Según nuestro Código Civil, es un derecho fundamental, por tanto inherente al ser humano y considerado esencial en el sistema político que la Constitución Española funda y que está especialmente vinculado a la dignidad, por el que toda persona sometida a un juicio penal, goza de la presunción iuris tantum, de que debe ser declarada inocente si la acusación no presenta medios de prueba suficientes que desvirtúen tal presunción y prueben su culpabilidad.

Este derecho no sólo se halla reconocido en la Constitución Española, sino también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos o el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales. Casi nada…

Sin embargo, estamos tan acostumbrados a banalizarlo, a practicar el enjuiciamiento de otros e incluso su condenación, sin tan siquiera plantearnos que la persona puede ser inocente, que abusamos de nuestra libertad, sin remordimientos de conciencia o dudas, simplemente porque nos creemos con pleno derecho, sentenciando, en ocasiones para el resto de su vida, a quienes pensamos peores que nosotros mismos, por el motivo que sea.

En la era de la comunicación, nos ‘tragamos’ a pie juntillas absolutamente todo lo que leemos, sin contrastar la información con fuentes fidedignas que garanticen la veracidad de la noticia.

Ya desde niños lo hacemos al adquirir prejuicios del entorno, colgar etiquetas y acusar de inferiores o peores a la mayoría, a quienes solo son diferentes a nosotros y convencidos del poder de la ofensa, nos atrevemos a culpar de lo que sea, sin ni siquiera dar la oportunidad al acusado de ser escuchado.

Es muy triste que te tachen de ingenuo por presuponer la inocencia y bondad humanas, o te exijan que espabiles, cuando lo ideal sería recuperar la pureza perdida, fomentando y difundiendo el amor en lugar del odio, reforzarlo y regirnos por la premisa de que antes de colgar sambenitos condenatorios cual inquisidores, al menos deberíamos de escuchar a ambas partes.

Aunque todo tiene sus ventajas, pues estas ocasiones te indican quienes sí y quiénes no, quiénes de verdad te valoran y apoyan, porque que tu enemigo gane una batalla con falsos testimonios, no significa que sea la victoria.