"Ya sé que me la jugué, pero después de tres años robándonos no me lo pensé hasta que me bajé del coche con dolor de estómago de los nervios". La de Luis Manuel Sánchez es una reacción a la desesperada. Su empresa calcula pérdidas de 24.000 euros en lo que va de año. "Tendremos que cerrar si seguimos así y somos quince familias". Las bombonas que les roban impunemente surten al mercado negro que se mueve en San Lázaro y Gabriel y Galán. "Nos las roban yonquis para cambiarlas por droga y nosotros mismos tenemos que hacer luego batidas por allí para recoger los envases entre jeringuillas y aguantando encima que se rían de nosotros en nuestra propia cara" cuentan los empleados.

La empresa agradece el interés a las fuerzas de seguridad, pero pide soluciones y por eso va a recurrir a las autoridades. Avisan de que no es un problema solo de la empresa. "Cualquier día puede pasar algo porque las cargan en coches que dejan en el medio de la carretera y conducen temerariamente". Mientras tanto, ellos mismos han montado guardias en el almacén, pero ni el sistema de videovigilancia ha disuadido a los ladrones de las bombonas de butano y la empresa sigue amontonando videos suyos en plena acción.