Usuarios del paseo de las riberas del río han manifestado su malestar por las defecaciones de caballos que se encuentran en el camino y piden medidas así como los dueños de los perros están obligados a recoger los excrementos de la vía pública. El problema, según coinciden los peatones, los caballistas y los ciclistas consultados, es que no hay ninguna zona del sendero delimitada para cada uno de los usos y se ven obligados a compartirlo.