No hay más que atravesar las calles del centro por donde transcurre la movida nocturna para comprobar que los residentes no se quejan de vicio porque el hedor a orín permanece en el suelo empedrado por mucho que se limpie. La palma se la lleva la calle Melo, pese a estar prácticamente enfrente de la policía local, que ha empezado a denunciar estas prácticas. Cien euros tienen que pagar los infractores que han sido sorprendidos por los agentes, pero los vecinos lo ven insuficiente a juzgar por el rastro de olores que queda en la calle Melo, pero también en la calle Cartas o en las que rodean al comercial Iberia.

Así pues, no solo los ruidos preocupan a los vecinos y más ahora que se aproxima el calor, por lo que además de pedir al ayuntamiento que extreme la vigilancia para disuadir a los infractores, han solicitado una limpieza más profunda de estas calles. No es la primera vez que lo hacen, pero insisten ahora que el concejal delegado, Francisco Martín, se ha propuesto poner orden en la movida. Algunos afectados, en su mayoría mujeres mayores, recurren a limpiar con cubos de agua y lejia la puerta de sus casas para combatir el olor, tan desagradable, que no se va con la limpieza que hace el servicio municipal del agua ni aunque riegue la zona.