Pedro Martín tiene 55 años y después de 46 viviendo en Barcelona decidió dejar su trabajo por el puesto de jefe de taller en la planta de Monprint. Le tiraba la tierra y a su mujer también porque ambos son extremeños. Dejaron a su hija de 26 años trabajando en Barcelona y ahora se encuentran con que a Pedro le deben casi cuatro sueldos y su mujer no trabaja.

"Mi ilusión era jubilarme aquí y después volver a mi pueblo, Alía y vivir allí, pero ahora no sé qué va a pasar", cuenta Pedro. Aún así, es de los pocos trabajadores de la planta de impresión que tiene ahorros porque "vendí bien el piso que teníamos en Barcelona y podemos ir tirando con eso, mi situación no es de las peores, pero está claro que ahora nos vamos a quedar sin sueldo".