El anuncio de que la Junta va a rehabilitar el último tramo pendiente de la muralla de Higuerillas antes del verano tiene un obstáculo. Mejor dicho tres, que es el número de inmuebles que faltan por tirar para liberar la cerca, si bien es cierto que el director general de Patrimonio, Francisco Pérez Urban, ha dicho que no impedirán el inicio de las obras de restauración.

No obstante, la concejala de Urbanismo, Mónica García, aseguró ayer que el ayuntamiento las habrá demolido para cuando la Junta empiece la rehabilitación. Desde enero está aprobado por la junta de gobierno el proyecto de demolición de los inmuebles que quedan adosados a la muralla desde la mitad de la ronda hasta la Puerta de Coria, pero la edil explicó ayer que "no se pueden tirar porque falta el trámite de presentar el depósito previo para la expropiación".

TRAMITES PENDIENTES Como el ayuntamiento no ha llegado a un acuerdo amistoso con los propietarios, aunque no lo descarta, éste es el último paso administrativo previo para poder proceder a la urgente ocupación de los inmuebles, que es el procedimiento seguido, porque permite ocupar los bienes antes de fijar el precio. Aunque la edil insistió ayer en que podría llegarse a un entendimiento sin tener que llegar al justiprecio.

Los presupuestos municipales tienen reservados una partida de 10.300 euros para la demolición de los inmuebles, lo que dará vía libre a la consejería de Cultura y Patrimonio para completar la rehabilitación de la muralla de Higuerillas que este mes sale a licitación, según confirmó el director general de Patrimonio.

Fue él quien anunció la semana pasada que en mayo pueden iniciarse las obras con un plazo de ejecución de seis meses y un presupuesto aproximado de 317.000 euros. A diferencia del primer tramo, en éste se consensuará la intervención con expertos para evitar polémicas como la provocada por el uso del hormigón sobre la muralla.

De esta obra depende también el futuro de las casas adosadas a la muralla por la calle Esparrillas, junto al Cañón del palacio de Mirabel, que compró el ayuntamiento para hacer un mirador y hoy es un auténtico basurero y refugio de yonquis.