Ha pedido una bicicleta como regalo de Reyes; en enero quiere volver al gimnasio y lo que espera con más ilusión es poder viajar. El pasado 13 de noviembre fue «mi segundo cumpleaños», su segunda oportunidad para vivir. Así lo siente Ángel Gabriel Tovar, un jaraiceño afincado en Plasencia, que aquel día pasó por una cirugía de estimulación cerebral profunda en el hospital universitario San Pedro de Alcántara de Cáceres para tratar el párkinson avanzado que padece.

¿Cómo se encuentra un mes después? «Supercontento de haber tenido la suerte de poderme operar», a la vez que esperanzado porque «voy a recuperar 20 años de vida». Eso sí, no todo es de color de rosa ni «tan rápido como yo pensaba». Su neurocirujana, Inés García, se encarga de recordárselo. «Ella me dice que no corra. Esto lleva unas pautas y unos tiempos que hay que seguir al pie de la letra».

Pero ya ha mejorado, ya no es el Gabriel de hace un mes. Le han reducido el número de pastillas y dosis que tomaba a diario para el párkinson, hasta doce y «la rigidez de los músculos ha empezado a disminuir». También ha notado que «hablo mejor, ya no me atasco tanto y los dolores también van a menos y tengo un poquito más de energía, pero poco a poco».

No obstante, sigue utilizando bastón y tiene que ir acompañado a todas partes... pero va. Ha ido ya al parque nacional de Monfragüe y a Jarandilla de la Vera, y a Cáceres, «que me obligan porque solo voy de médicos».

Y es que tiene que pasar revisiones cada diez o quince días para ir viendo la evolución y ajustando todos los cuerpos extraños que ahora lleva dentro.

5 días ingresado

A a un lado y a otro de la parte frontal de su cabeza tiene un total de doce electrodos y un generador a modo de marcapasos en el pecho. Ambos están conectados, con el objetivo de producir dopamina, la sustancia que su cuerpo no puede producir y que provoca el párkinson. A su vez, le han dado un teléfono, que está conectado al generador, «para encenderlo o apagarlo si no me encuentro bien. Ahora está en pruebas porque me han conectado al 1 y puede llegar hasta 20, pero tienen que ir ajustándolo poco a poco a mí».

Por lo tanto, será un proceso lento. «La doctora me ha dicho que hasta el verano no se podrá asegurar el éxito de la operación. Hay un paciente que a los seis meses empezó a empeorar y está en una silla de ruedas y ese es el miedo que yo tengo».

El que convive con su esperanza porque todo «está saliendo bien». Desde la operación, que duró «unas 17 horas» y contó con 16 profesionales en el quirófanos. Después estuvo 24 horas en la UCI y tan solo cinco días ingresado. «La recuperación fue fenomenal porque los que se operan, que yo he sido el quinto de la región, suelen estar entre doce y quince días, pero a mí me mandaron a casa, mejor».

Gabriel dice que apenas se acuerda de esos momentos. «Solo de que me preguntaban mi nombre y dónde vivía. Dice la doctora que colaboré bien, pero yo no me acuerdo ni de quién fue a visitarme al hospital».

Agradece el trabajo de todo el equipo médico, en especial de su neuróloga, «la considero de mi familia», afirma y confiesa: «a veces pienso si en seis meses estaré en silla de ruedas o montando en bici. Tengo que pensar que todo va a salir bien, ahora voy a recuperar años».