La corrida de ayer en Plasencia tuvo muy poquito de todo. Poco de presentación, muy cómodos los seis astado de cara. Muy justitos de raza, que es ausencia de bravura. La corrida, entonces, resultó anodina y sólo se salvó por la disposición de los toreros, especialmente Miguél Angel Perera y Emilio de Justo, que se sobrepusieron a unos toros sin chispa y deslucidos.

Nada en la corrida de ayer de seguir los toros la muleta por abajo, de repetir las embestidas desplazándose. Nada de mostrar celo ante el engaño. Lo que hacían era defenderse.

Miguel Angel Perera reapareció ayer. Llegó a la ciudad del Jerte tras el paréntesis que le impuso la cornada de Madrid hace tres semanas. Una cornada en extremo inoportuna, cuando el torero extremeño, en una temporada difícil para él --mucho ha tenido que ver su valentía para irse con un apoderado independiente--, quería reivindicarse como el muy buen torero que es.

El primer astado de Perera iba y venía sin celo, pues era mansote y, como tal, distraído ante los engaños. Tuvo muy poca transmisión además de cabecear siempre. Era muy deslucido. A pesar de ello, el torero, ya de mitad de faena en adelante, le tomó en corto y pudo sacarle unos circulares finales que levantaron algunos aplausos.

El quinto, ya de salida, tuvo cortas arrancadas. Brindó al público e inició el trasteo desde los medios, con pases cambiados por la espalda, que alternó con pases de pecho. No obligaba el diestro al toro, le daba sitio pero el animal tenía un punto de cobardía. Le fue sacando pases en redondo y, cuando ya el burel se paró, acortó distancias en muletazos circulares, y así salvó la premisosidad de un toro que no tenía nada. Paseó una oreja.

La de ayer fue la segunda corrida de Emilio de Justo tras su reciente alternativa. Maneja muy bien Emilio el capote, y así lo demostró ante sus dos toros.

El tercero era playerón, feo por delante y lució el diestro extremeño a la verónica primero, después cuando llevó al toro al caballo por chicuelinas al paso, y en el quite por la misma suerte. Después en la faena hubo poco acople porque las protestas del de Daniel Ruiz dificultaban al torero llevarlo por abajo.

El sexto tuvo un poco mejor son ante los engaños.Desrazado como sus hermanos, no era un prodigio pero tuvo una cuantas arrancadas. Inició De Justo su faena citando para las afueras y le pudo correr bien la mano. Fueron series cortas en las que lució la buena disposición del joven torero.

El Cid tuvo un primer toro noble pero que no quería que se le bajara la mano. A pesar de ello se movió y bien, mas la faena no levantó el vuelo. Aplaudido por momentos el diestro sevillano, tuvo sin embargo ese trasteo excesivos altibajos porque los enganchones se prodigaron.

El cuarto fue un toro noble pero muy soso y en el ruedo hubo muy poca emoción.Parado el astado, hay que recordar que el volapié se inventó para matar a este tipo de toros.