Algunos lo han logrado y lo seguirán logrando tras siglos y siglos de permanencia. Bustos, calles, monumentos o lugares emblemáticos con sus nombres les mantienen vivos eternamente. Dicen que este es el truco, como en la americana película Coco: viviremos mientras nuestro recuerdo permanezca en la memoria de alguien. Quiero creer que es así.

No hay mejor ejemplo de eternidad que lo que al imperio romano y sus líderes se refiere, para darnos cuenta de la permanencia hasta nuestros días de su legado: el calendario juliano, el derecho, cientos de pétreas obras de ingeniería que continuarán sobreviviendo al paso del tiempo y a nosotros…

Y esto mismo ha querido, con su gesto, Jesús Vicente Díaz, un piornalego octogenario que ha donado la nada desdeñable cantidad de 80.000 euros al Ayuntamiento de Piornal, en homenaje a su esposa, Sabina Ramos Pérez, fallecida hace cuatro años, y que servirán para la culminación del centro infantil de la localidad, que llevará en su honor sus nombres de pila, Jesús y Sabina, en agradecimiento del consistorio y recuerdo a su generosa contribución.

Este matrimonio altruista, carente de herederos directos, decidió que su dinero se quedara en el pueblo que les ha visto nacer en tiempos de la postguerra civil española y desarrollar su vida como agricultores y que los niños de las generaciones presentes y futuras de sus convecinos se conviertan en benefactores de esta maravillosa herencia.

En la entrada al edificio, su presencia quedará eternamente vigente gracias a una placa instalada que contiene una foto de ambos, junto a la descripción de su vida y que la pasada semana el propio Jesús pudo descubrir con motivo de la inauguración de las instalaciones del nuevo Centro Infantil Jesús y Sabina, que logrará que estos dos vecinos piornalegos formen parte de la historia del pueblo más alto de Extremadura, pues el generoso gesto permitirá que su legado y recuerdo perduren en el tiempo.

Deberíamos ser más humildes en general, tanto para dar como para recibir. Es tan escasa la filantropía en estos tiempos y tanta la corrupción y prevaricación que nos rodea, que la desconfianza nos lleva a plantearnos qué interés habrá detrás de un acto altruista, incapaces de percibir tan solo la bondad tras ellos y nada más.