El oficio de hortelano se pierde y hoy día sólo dos viven en Plasencia de los productos que siembran cada día en sus huertas. El gremio de hortelanos, que acaba de sacar en procesión a san Gregorio, congrega a una treintena, pero ninguno de ellos sigue en activo y sólo atiende su parcela para consumo privado o como entretenimiento.

El hortelano placentino se ha convertido por tanto en una especie en extinción y de los supervivientes, Sabino Vega, que ha superado los setenta años, sigue acudiendo cada martes a vender al mercado, mientras Fernando Rodríguez ha optado por dejar de hacerlo para vender al por mayor su principal cultivo, el tabaco. Al martes siguen acudiendo, sin embargo, otros hortelanos, que proceden en su mayoría de Montehermoso, aunque no llegan a la decena y también confiesan que después de ellos no habrá relevo.

Fernando Rodríguez tiene 38 años y, pese a la pérdida paulatina del oficio, dice que sigue en la huerta porque "es un puesto de trabajo". Es hijo, nieto y biznieto de hortelanos y recuerda que hace unos treinta años en la ribera del Jerte, desde la actual parada de autobuses hasta la pesquera situada más arriba de los Cachones, vivían al menos una veintena de hortelanos que cultivaban sus productos y después los vendían en el martes .

"ACABARA MURIENDO"

Rodríguez estudió y trabajó en un taller antes de dedicarse por completo a la huerta, a la que volvió con unos 20 años y que no piensa dejar porque "a cualquier sitio que vayas tienes que trabajar y mejor si lo haces para ti mismo. Si hubiera visto que no era viable no lo habría hecho".

Aún así, reconoce que sus hijos no seguirán con el oficio y cree que éste acabará muriendo porque "como está enfocada la agricultura, hay que tener mucha extensión para sacar rendimiento, tienes que usar muchos productos y no sale rentable".