Es una de las familias que, a consecuencia de la crisis, se ha visto obligada a solicitar comida a Cáritas. Son un matrimonio con dos hijos de 18 y 11 años que prefieren mantener el anonimato, pero no les importa contar su historia.

La madre acude cada día al comedor social para recoger la comida diaria y lleva haciéndolo desde hace un mes. "Mi marido, que trabajaba en la construcción, se quedó en paro y yo trabajaba en una casa y no estaba dada de alta así que me he quedado sin nada", explica.

Hasta ahora, recibían 735 euros por el paro del marido, pero esta cantidad ya se ha reducido un 10% y pagan 400 euros del alquiler de su vivienda, más la luz y el agua, con lo que "nos quedan 200 euros para comer cuatro personas".

Por eso decidió acudir al comedor --aunque prefiere llevarse la comida a casa que acudir con toda la familia-- y está muy agradecida porque "nos dan bastante bien de comer, nos ayudan mucho porque antes no llegábamos a la primera o a la segunda semana y ahora estamos mejor, aunque seguimos sin llegar a fin de mes", explica.

Eso a pesar de que racionan la comida que reciben, ya que "el primer plato lo utilizamos para la comida y el segundo para la cena, pero a una niña no le puedes negar un vaso de leche o unas galletas y, por muy baratas que sean, el dinero se acaba", cuenta.

Por eso, se suma a la petición de donativos para el comedor porque "se necesita, nos están ayudando mucho y seguro que hay muchas familias que lo necesitan y ni se han enterado de que el comedor existe". Seguirá acudiendo cada día porque, de momento, el matrimonio no encuentra trabajo.