Todos guardamos secretos, algunos verdaderas joyas, muchas repletas de valor sentimental como tickets de metro, entradas de cine, tarjetas de cumpleaños o post-it llenos de bonitos deseos, capaces de dibujarnos una sonrisa de oreja a oreja al volver a verlos.

Existen también esos que poseen un valor distinto, ancestral y perenne, por revalorizable, con el paso del tiempo, que no sólo conservamos por cariño, sino porque el valor histórico-artístico, económico y/o cultural podría cambiar la historia tal y como la conocemos.

Tal es el caso de numerosas piezas pétreas, lanceas íberas, etc. que se encuentran secuestradas, enterradas en fincas particulares, custodiadas en cajas fuertes o exiliadas en rancias vitrinas, no solo fuera del alcance de ladrones, sino también de la vista y deleite de los amantes, profesionales y estudiosos, aficionados o cualquier persona, cuyos dueños heredaron o tuvieron la suerte de encontrar o pasar por el sitio y momento adecuados para apropiarse de los escombros de una demolición, una moneda en un paseo campestre o tras el expolio a plena luz del día de un convento o templo religioso.

Buenos conocedores de ellos, se describen en su blog La voz del Mayorga como: "personajes incansables rescatando el recuerdo de nuestras raíces culturales", generosos amigos y grandes difusores del conocimiento conocidos cordialmente como: los Pedro de Trejo, ahora mismo, están llevando a cabo importantes estudios históricos a través de profesores especialistas en Historia Arabe y Medieval y, con los medios apropiados en una prestigiosa universidad nacional, sobre objetos hallados en la Plaza de la Catedral o en la Posada de las tres Puertas, como aras árabes con versículos del Corán encontrados al lado de una mano de Fátima (amuleto), una brenca de hierro, un candil con sus utensilios para el encendido y apagado y monedas de origen pendiente de confirmar.

Un tesoro islámico capaz de cambiar la historia de Plasencia y sus ciudadanos. Ya falta poco para darlos a conocer a todos.