El tiempo dio un respiro y el sol salió ayer para dar la bienvenida a la Virgen del Puerto y para alivio de la cofradía de la patrona y de los miles de romeros que subieron a la ermita.

La tarde del sábado fue desapacible y empañó algo la ofrenda floral a la patrona, de ahí que muchos dudaran si la Virgen saldría ayer en procesión o tendría que hacerlo cobijada bajo la urna preparada para los días de lluvia. La cofradía tenía claro que si llovía con intensidad no saldría, en palabras de su presidente, Cándido Cabrera.

Pero a las seis de la tarde los temores se olvidaron y la talla de la Virgen del Puerto salió de su santuario bajo los hombros de la corporación municipal que, como es tradicional, la llevó hasta la puerta de la ermita. Después, los devotos hicieron lo propio en su recorrido por la carretera del Puerto, mientras miles de personas ondeaban pañuelos blancos a su paso y lanzaban vivas.

Las pujas para devolverla a su casa y la última misa pusieron fin a una romería que es Fiesta de Interés Turístico Regional y que comenzó desde bien temprano con la subida a la ermita de los más madrugadores. Entre ellos, los socios del colectivo de paseantes El Bordón.

Muchos optaron por el camino viejo o la carretera y otros lo hicieron en coche particular o transporte público, como había pedido la Concejalía de Interior.

Los más jóvenes volvieron a llenar los chiringuitos habilitados en el campo, mientras familias al completo montaban sus sillas y mesas para disfrutar de un día de bocadillo, barbacoa y bota de vino.