Los vecinos de Ciudad Jardín y Valcorchero han dado una lección de democracia a sus representantes en el ayuntamiento porque es el momento de presentar alegaciones, y batalla si llega el caso, a algunas de las perlas del avance del nuevo plan de urbanismo mientras el gobierno municipal, con el silencio de la oposición, ha traicionado al electorado. O qué es, si no, venir a plantear ahora tal bocado al monte público de Valcorchero o la edificación de zonas verdes en un proyecto de ciudad que no hace más que alargarla, como para dejar el coche en casa. Bien que dieron la murga con los dichosos bulevares en campaña electoral y se olvidaron de compartir su sueño especulador de una Plasencia lo menos verde posible. A no ser que tales proyectos no respondan siquiera a una voluntad política. Menos mal que hay asociaciones de vecinos que no han dejado pasar sin pena ni gloria el plazo de alegaciones de un instrumento vital para el desarrollo de la ciudad como parece querer el gobierno municipal al completo, que ni siquiera ha dado explicaciones públicas de a cuento de qué viene tanto afán especulador al dibujar la Plasencia que queremos. O mejor dicho, quieren.