Voy a dejarlo en ‘complicada’, porque buena no lo ha sido para nada. Esta pasada semana, la blanca Perla del Valle se ha quedado negra parcialmente, tras tantos incendios. Cuatro, uno en la Sierra de Santa Bárbara, otro en la Iglesia de San Martín, un tercero en la avenida de las Acacias y el último (al término de mi artículo), junto a la presa del río Jerte.

El primero ha ennegrecido quinientas hectáreas de pasto y aunque se desalojaron a los vecinos cercanos, no ha habido que lamentar daños personales.

El peor ha sido el de la románica iglesia de San Martín (s. XIII). Impresionan y duelen las imágenes de las llamas calcinando la puerta de entrada sur y el humo en el tejado. Como negro, no por quemado sino por ahumado, ha quedado el retablo principal, compuesto por las ocho tablas de Luis de Morales, el ‘Divino Morales’, una de las joyas artísticas placentinas y que esperemos los técnicos restauren rápidamente y se averigüen las causas que lo provocaron.

A estos acontecimientos sumamos la atípica celebración del Martes Mayor, tristemente venido casi a ‘menor’, pues dadas las especiales circunstancias, finalmente, solo los puestos habituales que se instalan en la Plaza Mayor cada semana pudieron vender su mercancía a los que por allí se acercaron. (Eso sí, para ser justa, he de mencionar la amenización del festejo por el gran y versátil Fernando Talaván Morín (Plasencia, 1985) que, como manda la tradición, tocó la flauta y el tamboril, ataviado con un precioso traje típico y tocado con un sombrero).

Además, merecen mención especial (tanto para bien como para mal), dos de los actos celebrados con motivo de esta misma festividad local: el ejemplar concierto ofrecido por la Banda de Música Ciudad de Plasencia, en Torre Lucía, donde se respetaron todas las medidas de seguridad y sanitarias exigidas para la correcta celebración de eventos multitudinarios. Y, lamentablemente, la polémica corrida de toros celebrada en la plaza taurina de Las Golondrinas, en la que no todos cumplieron estrictamente con las medidas legales de seguridad, demostrando su irresponsabilidad y sin que ninguna autoridad les hiciera cumplirlas.

Al menos nos queda Jesús Mateos ‘Brea’ para devolver los colores a la ciudad con su altruista y solidario mural.