Son habituales en algunos aparcamientos de la ciudad, pero algunos vecinos y comerciantes de la zona centro han denunciado públicamente la actitud de los aparcacoches ilegales, conocidos comunmente como gorrillas, que están ubicados en la plaza del Salvador. Porque se han multiplicado y porque «acosan e intimidan» a los conductores para que les den dinero.

Algunos afectados, que aparcan sus vehículos habitualmente en esta plaza, se quejan de que esta semana ha llegado a haber «hasta cuatro gorrillas a la vez» pidiendo dinero por aparcar, pero sobre todo, que lo hacen de manera intimidatoria y amenazante. Incluso, señalan que «a las mujeres les dicen obscenidades» y en el caso de algún comerciante, se ha llegado a encontrar el coche rayado después de haberse negado a pagarles, lo que le hace sospechar que puede haber sido una forma de represalia.

Además, hay comercios que señalan que estos aparcacoches, no solo se quedan en la plaza del Salvador, sino que entran en las tiendas diariamente para pedir dinero. «Incomodan a los clientes y al final se acaban marchando y tienes que estar pendiente de lo que hacen» porque no se fían de sus intenciones.

Afirman haber avisado a la policía en varias ocasiones, pero «no hacen nada. Dos nacionales me dijeron una vez que no podían hacer nada, que solo eran dos», se queja un comerciante afectado.

También denuncia que, una vez, «me encontré a uno golpeando el escaparate con una escayola que tenía y a la novia haciéndose una raya. Luego se puso a mear ante la puerta».

orines y heces de perro / Porque otro de los problemas que lamentan es la cantidad de orines que tienen que limpiar después de los fines de semana. «Es asqueroso, vas por algunas calles y huele tanto a orín que es insoportable», se queja la responsable de otro comercio de la zona centro.

Lo achacan tanto a la falta de presencia policial a la salida de los locales de ocio nocturno como a deficiencias en limpieza.

Y en este sentido, añaden la cantidad de excrementos de perro que vecinos y comerciantes tienen que sortear a diario. «Hay un vecino que abre la puerta de su casa al perro para que salga y cuando hace sus cosas vuelve, y no es el único que no recoge las heces de sus perros». Tanto que algunos se las han encontrado en la puerta de su casa o de su comercio y, en un descuido, las han pisado. También los niños cuando acuden al colegio, que «hay muchos y es lamentable».