La agresión a una niña en Gabriel y Galán por parte de varios vecinos porque recriminó a uno de ellos que le arrojara piedras a su perro llevó ayer a la asociación vecinal a pedir vigilancia policial. "Aquí solo vienen si ocurre algo gordo y con las sirenas puestas así que cuando llegan ya se ha dispersado todo el mundo". Lo suscriben testigos del altercado del sábado que aseguran que fueron más de veinte, entre menores y adultos, los que abordaron a la menor y a su madre cuando bajó a socorrerla.

De hecho ocurrió también cuando algunos vecinos lanzaron hasta sillas a un motorista de la policía local para hacerle caer durante una persecución con lo que el conductor del ciclomotor que perseguía logró escapar y quienes arremetieron contra el agente se dispersaron también a tiempo. "Aquí hay menores que nos tienen rotos cristales y persianas de tirar chinas, como le tiraron al perro de la niña, y si les dices algo te vienen toda la parentela a amenazar". Lo cuenta una vecina de un barrio con problemas de convivencia donde ni en la asociación de vecinos se atreven a hablar con nombre y apellidos por temor a las represalias de los vecinos conflictivos.

El sentir general es de cierta resignación, pese a que a pie de calle señalan hasta a los que aseguran que venden droga. "Aquí vinieron hasta los antidisturbios para echar a los ilegales de las viviendas de la Junta --resaltan-- pero ahora no vienen ni la policía ni la propia Junta que empezó a reparar los portales y los dejó a medias". Solo piden atención de los poderes públicos.