Tos a una, la asociación de vecinos de San Juan y la comunidad de vecinos del edificio ´Mirador del Valle´ en la avenida Donantes de Sangre donde viven 123 familias han pedido vigilancia policial para evitar los robos que ni ellos ni la policía saben cuantificar, pero los suficientes como para alarmar a los vecinos vistos los escritos dirigidos al ayuntamiento aunque la policía niega que tantos como para justificar la alarma mientras en la última semana ha detenido a tres de los presuntos autores, dos otra vez ya en libertad.

Pero los vecinos de San Juan celebraron incluso anoche una reunión para decidir si toman medidas de presión porque sospechan que, en su caso, puedan estar relacionados con los ´okupas´ del secadero abandonado que está situado frente a la asociación vecinal porque aseguran haber visto en su interior alguna vez objetos procedentes de los robos así como "pasar droga".

POLICIAS EN LA CALLE Sin duda es un foco de infección incluso para los propios okupas porque está lleno de jeringuillas y de basuras, pero también de inseguridad porque lo que queda del techo de madera está a punto de venirse abajo además de que los vecinos aseguran haber visto hacer lumbre por las noches. "Nosotros no acusamos a nadie --advirtió el presidente vecinal, Bonifacio Santos-- pero sospechamos porque hemos visto dentro restos de algunos robos habidos en el barrio, pero que el ayuntamiento obligue de una vez por todas a los propietarios a vallarlo y limpiarlo que evitas la ocasión y evitas el peligro".

El caso de la avenida Donantes de Sangre también es conocido por el concejal de Seguridad Ciudadana, Blas Raimundo, que ayer mantuvo una de las reuniones ya habituales con el jefe de la policía nacional, Pedro Barragán, donde concluyeron que los robos son obra de toxicómanos a los que la policía detiene, salen en libertad y vuelta a empezar, según indicó el edil, que advirtió de que "vigilancia policial ya hay, pero Plasencia es muy grande y no hay más robos ahí que en otras partes".

"Son yonquis terminales que quedan en libertad y necesitan una cantidad de dinero para pincharse --añadió-- y la prueba está en que hay más robos cuando salen de la cárcel aunque donde debían ir es a un centro donde morir dignamente mientras que así vuelven al robo".

En la mayoría de los casos roban cantidades modestas de dinero, joyas, aparatos de música del coche o artículos que pueden vender rápidamente y para ello fuerzan coches o pisos.