La Constitución Española de 1978, en su artículo 43, reconoce el derecho a la protección de la salud, encomendando a los poderes organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. En su artículo 41, de indudable conexión temática con el artículo comentado, la Constitución establece que los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad.

Nuestro sistema sanitario es de lo mejorcito que existe comparado con otros a nivel mundial. Profundos cambios en la sociedad, tanto culturales, tecnológicos y socioeconómicos, como en la manera de vivir y de enfermar han tenido lugar en las últimas décadas. Planteando nuevos retos para la organización del Sistema Nacional de Salud, para los que quizá, no esté preparado.

Lo ocurrido con el servicio de ambulancias en nuestra región, no tiene cabida. Es insoportable y viola el derecho constitucional anteriormente referido. Pacientes, enfermos cuya única culpa es no tener la salud deseada, pagan, como siempre lo hacen los más desfavorecidos, el pato.

Hasta que nos falta, somos incapaces de darle el valor que tiene. Si hasta el día de la lotería de Navidad le llamamos el de la Salud y, cuando no nos toca, pedimos que al menos no nos falte.

Con la adultez aprendemos que lo único importante es eso, tenerla. Cuando, si tienes la inmensa suerte de no padecer alguna enfermedad, alguien cercano está enfermo o carece de la óptima. Las interminables horas de hospital te abren los ojos a la cruda realidad. Ir detrás de esa ambulancia, dirección a un hospital mejor equipado para tu familiar enfermo, graba a fuego la importancia del servicio que determina la vida o la muerte.

Eso ha fallado en el último mes en nuestra región. La falta de previsión y la pésima organización han recaído en una lamentable calidad en la atención a los enfermos, sea cual sea el grado de gravedad.

Creo que hay que sanear (nunca mejor dicho) responsabilidades. Todos somos humanos y cometemos errores, eso implica ser responsables de nuestros actos y decisiones. Y en este caso, alguien no hizo bien su trabajo. El derecho a una vida sana nos viene dado desde que nacemos, hagamos que se cumpla.