Tras dos años y medio de obras de restauración, la catedral abrió de nuevo sus puertas en octubre y lo hizo de la mano de la patrona de la ciudad, la Virgen del Puerto, que bajó de su santuario para ser la primera en cruzar las puertas de la renovada seo.

Miles de fieles la acompañaron en este recorrido. Hacía siete años que no bajaba a la ciudad y el fervor se hizo notar desde la misma salida del santuario, cargada por miembros de la cofradía de la Virgen del Puerto, con gritos de ¡Viva la Virgen del Puerto! y ¡Viva la Canchalera! y el ondear de cientos de pañuelos blancos en su honor.

La patrona estrenó andas y salió vestida de Divina Pastora para recorrer la carretera del Puerto hasta el hospital. Allí paró para recibir la lista de los ingresados. Su siguiente escala fue en el asilo, donde las ropas de pastora dieron paso a la corona y el manto de gala. Las demostraciones de cariño fueron continuas durante todo el recorrido --la fachada del colegio de San Calixto estaba llena de pancartas y dibujos de la Virgen-- y cerca de 400 fieles se encargaron de transportarla por todo el camino, en turnos de 24 personas.

La plaza Mayor se llenó para recibir a la patrona. Allí dijeron unas palabras la alcaldesa y el obispo mientras numerosas personas se agolpaban ante la catedral para el momento más esperado: la entrada de la Virgen a la renovada seo, seguida por la multitud de los fieles para terminar con un acto mariano.

El obispado se adelantaba así a la inauguración oficial, que no pudo realizar la ministra Beatriz Corredor por motivos de salud. Es el Gobierno Central el que ha invertido tres millones de euros en unas reformas que han consistido en la mejora de las cubiertas de la catedral vieja y el saneamiento de las humedades, además de en la restauración de las fachadas interiores de la catedral nueva con la recuperación del vistoso pan de oro de todo el templo.

Con la reapertura de la catedral se abrió también otro espacio emblemático, el enlosado, ya de nuevo a disposición de placentinos y foráneos gracias a un convenio de colaboración firmado por el obispo y la alcaldesa y que permite mantener sus dos puertas de acceso abiertas.

ROBAN LA MEDALLA

La nota negativa de la bajada de la Virgen fue el robo de la medalla de plata que llevaba colgada al cuello para que los devotos la besaran.

La colocó la cofradía de la patrona y dos días después de llegar la Virgen, desapareció. El presidente de la cofradía, Cándido Cabrera, advertía de que la medalla tenía más valor histórico que material porque, según sus cálculos, debía de tener más de cien años de antigüedad y pedía al autor del robo que la devolviera. Pero esto no sucedió y la cofradía tuvo que colocar una nueva medalla.