Hace 25 años el Periódico Extremadura decidió montar los Premios Empresario, un reconocimiento a esos hombres y mujeres que, cada día, son capaces de poner una piedra con que seguir cruzando el río para generar empleo y riqueza en esta tierra. Desde hace un cuarto de siglo existe un compromiso editorial con esos emprendedores que decidieron arriesgar (y prácticamente jugársela) para perseguir un sueño y verlo cumplido gracias su tesón y el de los que decidieron acompañarle, muchas veces los suyos, su propia familia. De ahí que este año 2020 concibiéramos unos premios diferentes, un punto de inflexión donde se pudieran poner en valor las decenas de personas que este periódico ha ido reconociendo a lo largo de los años en cada una de las modalidades. Ha sido imposible, la pandemia del covid-19 nos lo ha impedido. Primero porque la cita de los Premios Empresario, habitualmente en el mes de junio, fue imposible llevarla a cabo al estar decretado el Estado de Alarma; y segundo, porque hemos seguido las recomendaciones de las autoridades sanitarias a la hora de plantear eventos en los que concurre un aforo importante de personas.

Así hemos llegado a hoy, 24 de septiembre, con unos Premios Empresario diferentes pero que quieren también mostrar el espíritu de lucha y resistencia del sector empresarial en general, ese que no se doblega a pesar de las adversidades por terribles que éstas sean. Este 25 cumpleaños nos llega en medio de una pandemia y todavía sin saber cómo saldremos, aunque no deja de ser representativo que el premiado del año, el empresario que este 2020 ha merecido la distinción de El Periódico Extremadura, sea Ricardo Leal, quien ya fuera premiado en la primera edición de los premios allá por 1997. Hace un cuarto de siglo este joyero de Jerez de los Caballeros, como a él le gusta que le definan, ya era un empresario de éxito, pero todo este tiempo no ha pasado en balde, señal de que el galardón de entonces le hacía justicia no solo por lo que era, sino por la proyección que se le presuponía. Su grupo empresarial, Cristian Lay, ha experimentado un crecimiento exponencial impresionante en todo este tiempo y su diversificación lo ha convertido en uno de los principales holding empresariales de este país estando presente en sectores tan diferentes como el petroquímico, el agropecuario o el gaseístico, eso sí sin abandonar sus orígenes en el campo de la joyería y la bisutería. Este año 2020 Ricardo Leal ha protagonizado una de las principales operaciones empresariales que han tenido lugar en Extremadura: la adquisición del grupo metalúrgico Gallardo, también con sede en Jerez de los Caballeros, logrando que uno de los grandes holding empresariales de la región continúen en manos extremeñas. De ahí este reconocimiento representando en su persona el tesón y la constancia de esos empresarios que como decimos por aquí se echan para adelante a la hora de arriesgar.

Vienen tiempos difíciles. No se trata de una frase manida ni recurrente, nuestro futuro inmediato está lleno de incógnitas. Si la crisis de 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria y vino detrás la regularización del sector bancario, el empresariado y la sociedad en general lo pasó mal, alcanzando niveles de pobreza importantes, esta crisis sanitaria está conllevando situaciones desesperantes. En medio de una segunda oleada de esta pandemia, podemos decir que la sociedad está asustada y eso resulta enormemente peligroso. No solo porque se desconozca el futuro y un pueblo no pueda vivir así, sino porque nuestros gobernantes y la política en general anda metida en disputas estériles sin un objetivo claro que debería ser la superación de esta crisis. No podemos estar todo el día a la gresca ni queriendo sacar tajada política de todo. La salud es lo primero y, acto seguido, la economía, pero la política no puede ser un torpedo permanente en la línea de flotación de la estabilidad de un país. Todo lo contrario, debe ser la vacuna que permita superar cualquier contratiempo y contribuya a la unión de la gente en una misma dirección. Este virus no conoce de fronteras y ataca por igual a todo tipo de personas, por lo que el empeño tiene que ser común. Las cifras de contagio que se nos muestran, estando a la cabeza a nivel europeo y siendo uno de los diez países con peores registros del mundo, denota que las cosas no se han hecho bien, ni en la dirección sanitaria ni como sociedad, siendo un pueblo que está más preocupado por su ocio que por superar un trance sanitario sin precedentes.

De todas maneras, quiero lanzar un mensaje de esperanza. Estoy convencido de que en unos meses veremos la luz al final del túnel. La vacunación de entre un 20 y un 30% de la población, cuando llegue, permitirá iniciar el regreso, esta vez sí, a una nueva normalidad. Muchos se habrán quedado en el camino, con un año de penuria y arrastre económico tremendo, las secuelas de pobreza y desempleo serán enormes. Los españoles, y más concretamente los extremeños, tenemos ante nosotros un nuevo reto consistente en reconstruir nuevamente las estructuras sociales que teníamos. Para ello no me cabe duda de que precisamos de un liderazgo claro por parte del Gobierno, de un ejercicio de responsabilidad por parte de nuestros políticos y de una alta dosis de optimismo en nuestra sociedad. Estoy seguro de que en este último apartado van a estar nuestros empresarios, esa gente capaz de levantarse de la situación más complicada y arrimar el hombro para ponerlo todo nuevamente en pie. Ánimo.