Pese a las nulas lluvias de finales de verano y principios de otoño, favorecedoras del abundante florecimiento de setas en los espacios naturales de la comarca de Tentudía, este año se vienen dando no pocas rarezas, o anomalías en cuanto al tamaño de algunos ejemplares, “anormalmente gigantes”, avistados por quienes se dedican a este mundo, por afición o por sus cualidades gastronómicas.

El último caso de una seta “descomunal” en su especie, es la recogida por Manuel Lozano Campano, el “Pichi”. Se trata de un ejemplar de Cyclocybe Aegerita, comúnmente conocida como seta de chopo, cuyo sombrero sobrepasa el medio metro de diámetro. Manuel Parra, restaurador de la localidad y miembro de la asociación micológica local Pie Azul, narra que este tipo de setas crecen “en grupo, y su peso máximo oscila entre los 80, o los 100 gramos”. La recogida por Pichi pesa dos kilos y medio.

Única

ÚnicaEste gran aficionado, pionero en la recolección y clasificación de especies en la localidad, lleva más de cuatro décadas escrutando la amplia diversidad de setas que proliferan en este territorio. “Nunca, a lo largo de mi vida, me topé con un ejemplar de seta de chopo tan grande como este”, revela Manuel Lozano, quien, como buen setero, se niega a revelar el lugar del hallazgo. Tras la foto de rigor para dar constancia del hallazgo, esta gigantesca seta de chopo será degustada por los amigos que frecuentan el bar El Cono, sede y lugar de encuentro de los aficionados de la zona. La cocinarán en caldereta, o al ajillo, pues, explica Parra, “su carne es un poco dura para un revuelto”.

Este tipo de setas, explica el colectivo micológico Pie Azul, se da en copiosas fructificaciones sobre tocones y árboles enfermos, principalmente en chopos, álamos, sauces, olmos, o higueras durante la época de otoño - invierno. Su valor culinario, explica Manuel Parra, “está bastante considerado”. De carne compacta, dura, blanca o ligeramente parda, presenta olor y sabor “bastante agradables”.