La Virgen las Cruces ya descansa en el retiro de su ermita después de abandonar ayer la ciudad de Don Benito, de la que es alcaldesa. El cielo escuchó las plegarias de los miles de fieles que aguardaban a su patrona a la puerta de la iglesia de Santiago, en la plaza de España, y los atendió: no llovió.

Por esta vez se apiadó de los dombenitenses que, armados con paraguas y sin temor al agua, llegaban a la cita ataviados con chubasqueros dispuestos a acompañar a la Virgen en su peregrinar hasta la ermita. Y en las inmediaciones, una furgoneta preparada esperando para trasladar a la imagen en caso de que el agua apareciera. De este modo habían tenido que traerla hasta el casco urbano el pasado 21 de septiembre cuando las lluvias torrenciales impidieron la tradicional traída para protagonizar la Velá, la vela de la Virgen durante toda la noche antes de su regreso a la ermita ayer. El agua también obligó a que la ofrenda floral infantil se realizara en el interior de la iglesia.

Las precauciones no fueron necesarias y la comitiva partió pasadas las 8.15 horas. A su salida por el pórtico principal, decorada con los cientos de flores que los niños le habían entregado el día anterior, Don Benito recibió a su patrona entre aplausos y vítores para luego hacerla descender por el escenario con sumo mimo. Comenzaba entonces la romería. Por primera vez la imagen contaba con un capataz, Pepe Ramos, de la Asociación de Amigos del Camino, para organizar a los espontáneos portadores. Ya en el santuario, el obispo Amadeo Rodríguez presidió una solemne misa que cerraba la Velá.