"No me quiero despegar de aquí, del colegio", manifestaba María Isabel Seano Pujol en su último día de clase, en el que se despidió de alumnos y profesores para afrontar la jubilación tras 38,5 años de magisterio; primero en el Colegio Virgen de la Luz de Cheles y después en el Leopoldo Pastor Sito, de Badajoz. En él ha impartido clases 17 años, los diez últimos como directora. Fue un día difícil, repleto de emociones encontradas y en el que recibió el homenaje de sus compañeros.

El día de la despedida supuso para María Isabel Seano la extrañeza de "romper toda una rutina de muchos años". Ella había pedido continuar en su puesto hasta finalizar el curso para no trastornar la marcha del colegio, pero los continuos cambios legislativos sobre las condiciones de la jubilación anticipada, la han hecho decidir y optar por afrontarlo cuando ha cumplido la edad.

Su magisterio ha sido "totalmente vocacional desde siempre, tengo ese gusanillo", cuanta, y reconoce que "echaré mucho de menos el colegio; no son los papeles ni la dirección, sino a los niños" del Leopoldo Pastor Sito, donde el contacto con los escolares y sus familias es permanente y no solo en el ámbito educativo, sino que se ejerce también una labor social.

Maestra a los 21 años María Isabel Seano, nacida en Badajoz, concluyó sus estudios en la Escuela de Magisterio de la ciudad con 21 años. Su primer destino fue Cheles: "Di clases a dos generaciones, a los hijos de los primeros alumnos", y recuerda que "los niños de los pueblos son más observadores y curiosos ante la naturaleza; el ambiente urbano es distinto".

Veintiún años después recaló en Badajoz, en el 'Pastor Sito'. Hoy, aún recuerda los efectos de la riada del 97 en Cerro de Reyes, donde se ubica el colegio, que sirvió de refugio a muchas de las familias afectadas.

De sus primeros años de ejercicio destaca "la influencia del maestro, el reconocimiento de su autoridad por los niños y sus padres, el respeto a esa figura; todo eso se ha perdido". Y del presente, lo mejor son "los medios audiovisuales y la informática".

Su experiencia la lleva a defender el reconocimiento del profesor como autoridad pública, porque "ves cómo los padres dan la razón a sus hijos y se enfrentan a los profesores". Y lamenta que no se valore el esfuerzo, que no se ejercite la memoria y que se pierdan valores importantes para conformar la personalidad de los niños.

Cuando se le pregunta qué diría a los jóvenes que se quieren dedicar a la enseñanza, responde "que lo hagan solo si tienen verdadera vocación; si no, no van a aguantar y se encontrarán que entran en una depresión; si no están convencidos de su vocación, que estudien otra carrera". Escuchándola, parece claro que ella volvería a estudiar la misma. Ahora, asistirá a la Universidad de Mayores, ejercerá algún voluntariado y mantendrá alguna colaboración con el colegio.