Siempre se han celebrado en esta localidad, hasta el siglo XX, concejos abiertos en los que se tocaba la campana chica, a revuelo, y todo el mundo en Ahigal sabía que la llamada era para algo importante: tratar algún asunto, comunicar algún otro o acordar cualquier cosa que pudiese ser relevante para la comunidad ahigaleña. A estas reuniones acudía un representante de cada casa, que solía ser el cabeza de familia, con voz y voto. Las juntas y concejos se celebraban los domingos a la salida de la misa mayor, a la sombra del álamo de la iglesia o bajo el portal de la misma cuando hacía mal tiempo.

Esta modalidad democrática se celebró hasta que la Iglesia se cansó de estas manifestaciones populares, y los concejos se trasladaron, hasta fecha muy reciente, a la plaza, que paso a denominarse plaza del Concejo.

Para situar geográficamente a Ahigal hay que mirar hacia los embalses de Valdeobispo y Oliva de Plasencia, ya que su término municipal, que es muy suave y no presenta pendientes pronunciadas, se encuentra entre ambos. Pizarras y granitos se reparten los suelos sobre tierras pardas meridionales. Sus fuentes de agua las constituyen el arroyo del Palomero, que nace en las sierras del Castillejo y del Canchal y desemboca en el embalse del Valdeobispo y un tramo del río Alagón, y el pantano de Las Cumbres.

EL OLIVO, FUENTE DE RIQUEZA

En estas tierras también abundan las encinas y el matorral, pero, sobre todo, olivos y viñedos, junto a prados y pastizales. Precisamente, la base de su economía está en la explotación de los olivos, la vid y los pastos a los que se dedican buena parte de la población.

Además, quien quiera conocer su patrimonio, debe pasar por la parroquia de la Asunción, del siglo XVI, que presenta dos partes bien diferenciadas: la cabecera con bóveda de crucería y la nave sustentada sobre arcos de diafragma. De este templo cuentan que sorprende su aspecto demoníaco. El retablo mayor es barroco. La torre es también del siglo XVII, está ligeramente separada del cuerpo de la iglesia, es rectangular y está rematada por una espadaña a la que se accede a través de una angosta escalera de caracol.

También se conservan varias ermitas como la del Santo Cristo de los Remedios del siglo XVIII, que alberga la imagen de un Cristo muy venerado en Ahigal sobre un retablo barroco; la de Santa Marina, más pequeña, del siglo XVIII, y la ermita de los Santos Mártires de carácter popular.

Finalmente, en las inmediaciones de Ahigal se conserva una bella cruz renacentista, de granito, labrada en 1557. Una de sus tradiciones más curiosas es El domingo de Ahigal, que no es otra que la celebración de un mercado, cuyos orígenes fueron ganaderos.