La Vera revivió anoche sus tradiciones con la celebración de las fiestas de la ¡Viva!, ¡Viva!, los Escobazos y las Iluminarias. Ante mucho público, estaba previsto que se prolongaran hasta bien entrada la madrugada de hoy en Aldeanueva, Jarandilla y Madrigal, respectivamente.

Nada más caer la tarde, las calles de estas tres localidades se llenaron de vecinos y visitantes deseosos de participar en unas fiestas en las que se mezcla lo religioso con lo pagano. Sin duda el buen tiempo contribuyó a la potenciación del ambiente callejero, pese a que la temperatura reinante en la zona era más bien baja: siete grados marcaban los termómetros en Aldeanueva de la Vera a las 08.45 de la noche.

Media hora antes había comenzado la cabalgata en la que participaron 23 jinetes montados a lomos de 19 caballos, un burro y tres ponys, cuyo capitán portaba el estandarte de la Purísima Concepción, mientras las calles del pueblo se encontraban llenas de hogueras, en las que vecinos y visitantes daban buena cuenta de licores y panceta asada, junto con otras viandas que eran degustadas al calor producido por la combustión de la leña de roble repartida por el ayuntamiento verato en distintos puntos estratégicos.

Tampoco faltaron los dulces y las canciones típicas, interpretadas por varios grupos folclóricos de la zona, entre los que se encontraban Salmorena losareña y Los vettones , de Guijo de Santa Bárbara, que junto con los vivas a la virgen y los sones del tamboril y la flauta constituyen otro aspecto destacado de la fiesta pencona , del 7 de diciembre. Para crear más ambiente de época, el casco antiguo estuvo iluminado por antorchas durante el tiempo que emplearon las cabalgaduras en recorrer todo el itinerario previsto de la procesión.

Siguiendo el trazado de la carretera Ex-203, a pocos kilómetros de Aldeanueva de la Vera aparecía Jarandilla, tras coronar el montículo del paraje de La caseta . Desde esta zona ya se divisaba anoche el humo por encima de los tejados, mientras las llamas de los escobones encendidos se reflejaban en el encalado blanco de las paredes de las casas colindantes.

GRAN AFLUENCIA En el interior del casco urbano el bullicio y el humo aumentaban considerablemente, ya que según los cálculos que manejaba minutos antes de las 21 horas el concejal responsable del área de comunicación del ayuntamiento jarandillano, "ahora mismo puede haber unas 15.000 personas disfrutando de esta fiesta, que está declarada de Interés Turístico Regional", apuntó.

Por otra parte, el edil destacó "las enormes dimensiones de la hoguera que hay junto a la ermita de la Virgen del Sopetrán", que obtuvo el primer premio dotado con 700 euros, "seguida muy de cerca por las que están ubicadas en las plazas de la Era, Nueva, Soledad y Mayor".

La enorme pira de leña, escobas y ramas secas de la plaza del Sopetrán comenzó a arder nada más hacer acto de presencia el capitán portando el estandarte de la Purísima Concepción, seguido de varias decenas de caballerías. Atrás había quedado ya el itinerario procesional que discurre por el Barrio de la Moraleja y la emoción que supuso la entrega, por parte del sacerdote al capitán, del estandarte con la figura de la Virgen de la Concepción.

CORO POPULAR Las letrillas del cancionero popular jarandillano relacionadas con la maternidad de la virgen y su posterior ascensión a los cielos en cuerpo y alma coparon la parte más importante del apartado musical, que la muchedumbre se encargó de interpretar a lo largo y ancho del casco urbano, asegurando una y mil veces que "aquel que lo hizo, bien lo supo hacer".

Por último, al final del trayecto festivo, siguiendo la carretera de La Vera de oeste a este, se encuentra Madrigal, haciendo límite a través de la Garganta de Alardos con la provincia castellano-leonesa de Avila. En esta municipio más de 80 iluminarias, repartidas por todo el callejero madrigalense, reunieron a numerosas personas en su entorno, mientras hacían improvisados círculos alrededor de las lenguas de fuego que desprendían las hogueras para comer, cantar y rememorar viejas historias, animadas por el calor del fuego que protagoniza una singular fiesta que cada año cuenta con un número mayor de participantes, tal y como reconoció a EL PERIODICO el alcalde del municipio, Urbano Plaza.