La investigadora e historiadora Mª Ángeles Sánchez Rubio ha recogido el galardón Trujillano del Año, que concede desde 1990 la hermandad de la Virgen de la Victoria de Badajoz a personas, por su actividad vinculada al archivo histórico de la ciudad y por contribuir a difundir su historia. En este caso, Sánchez Rubio es una de las fundadoras de la Asociación de Amigos del Archivo Histórico de Trujillo, con lo que su relación sigue siendo muy estrecha, ya que lo visita prácticamente todas las semanas como usuaria, asegura esta experta en historia medieval. Por este motivo, dice estar «encantada» de haber recibido este reconocimiento «por hacer lo que me gusta».

Fue en el año 1980, con el inicio de su tesis doctoral sobre la ciudad, cuando comenzó a tomar contacto con este lugar y a partir de ahí no ha parado de visitarlo. Ella y un grupo de investigadores trataron de dar a conocer el archivo creando la Asociación de Amigos del Archivo Histórico de Trujillo «para que los trujillanos conocieran el legado y se sintieran orgullosos de lo que tenían».

Esta investigadora, trujillana de nacimiento, aunque reside en Cáceres, afirma que se trata de uno de los mejores archivos municipales de Extremadura «y comparable a otros muchos destacados de España», por la variedad y conservación de actas capitulares y notas de las reuniones del concejo desde finales del siglo XV hasta hoy. La consulta de estos documentos permite conocer cómo era el día a día de la época, las peticiones y decisiones del ayuntamiento o el funcionamiento de la ciudad. Así, destaca las peticiones del arreglo de una calle por parte de los vecinos o si había sequía y pedían sacar a un santo «lo cual nos da información de cuáles eran las preocupaciones de los trujillanos de la época», cuenta.

Puestos a elegir los documentos más atractivos del archivo, Sánchez resalta la concesión del mercado franco, «que desde la Edad Media se celebra los jueves», así como la concesión del título de ciudad a Trujillo.

Por otro lado, se trata de una documentación por la que Trujillo «se ha preocupado a lo largo de la historia» y eso hace que hoy tenga pocas pérdidas a pesar de haber pasado por momentos complicados. De hecho, desde el siglo XVI se conserva todo el inventario del archivo. Incluso, cuando estalló la Guerra de la Independencia en 1810, se llevó el archivo completo sobre mulos a Badajoz para protegerlo. Fueron 118 arrobas, explica la investigadora, y se volvieron a traer tras la guerra. En cuanto al documento de más antigüedad, es una copia de la concesión del Fuero Real de 1256, cuando hacía unos 20 años que se había reconquistado la ciudad. Los originales llegaron en el siglo XIV. Una documentación «apasionante», que la historiadora anima a conocer, «ya que quien se acerca al archivo por primera vez, repite».