Los encantos extremeños cada vez atraen más al viajero que busca nuevos rumbos. El paisaje y la naturaleza del Valle del Ambroz cautivaron a Alberto López-Polo, natural de Neuquén (Argentina), quizás porque la orografía del Ambroz le recordaba a su Patagonia natal.

Lleva tres años y medio viviendo en una finca ubicada en las proximidades del pantano de Baños y ahora quiere hacer llegar la tradición vitivinícola de su país, que data del siglo XVI, al mercado extremeño. "El proyecto tiene tres fases: una bodega ecológica, un centro de interpretación del vino y parrillas y mesas camperas en la orilla del pantano".

La iniciativa se está desarrollando a través del Gabinete de Iniciativa Joven (GIJ). Alberto López-Polo cuenta también con al apoyo como socio de su amigo de la infancia Roberto Ballesteros, quien reside en Córdoba y es responsable de una importadora de Comercio Justo. "Tengo una pequeña bodega y una hectárea para producir vino ecológico, aunque necesitaríamos adquirir uva ecológica para que el proyecto fuera viable". Los promotores ya están buscando financiación con el banco ético Fundación Fiare, que visitará el próximo 6 de febrero los terrenos. "Queremos elaborar, de momento, un vino joven y hacer pruebas en roble y crianza. Nuestro sueño es hacer el mejor vino del mundo", señaló.

Cuando Alberto compró esta finca los pesticidas y los productos químicos campaban a sus anchas. "Dejé de darle veneno a la tierra y tuve las consecuencias de las plagas, pero ahora todo está estabilizado y va bien". La idea incluye la creación de un centro de interpretación en la bodega para "tener un viñedo de libro y que la gente venga y vea la diferencia entre un vino ecológico y un vino normal". Aprovechando este paraje natural, Alberto y Roberto pondrá a disposición de los domingueros mesas camperas y parrillas chulengo (tipo de barbacoas que evitaría el peligro de incendios), además de la posibilidad de visitar la bodega y las viñas.