Ni su militancia en Falange Española, ni haber luchado en el bando nacional durante la Guerra Civil de 1936, recibiendo una medalla como premio al valor demostrado, sirvieron a Cándido González Romero, natural de Aldeanueva de la Vera, para evitar que el día 7 de marzo de 1946, le fuera aplicada por la Guardia Civil la Ley de Fuga, en un paraje limítrofe con Cuacos de Yuste, donde habría recibido cinco disparos.

El cadáver fue trasladado desde la sierra a Cuacos en una mula. Un niño de 16 años (Antonio Cobos), que pasaba por el lugar donde se desarrollaron los hechos, fue obligado a trasladar los restos mortales al cementerio cuacareño, donde fueron sepultados en una fosa en tierra, envuelto en un cobertor, y donde ayer era buscado, por la arqueóloga-antropóloga, Laura Muñoz, y el Coordinador para el proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura, Cayetano Ibarra, en presencia de varios familiares.

El fallecido dejó mujer y dos hijas, corriendo el rumor en Aldeanueva, durante la posguerra, que vendía alimentos a una mujer, que esta pasaba a los maquis. Además se extendió el bulo de que había acogido en su casa a un herido de la guerrilla.

Al cierre de esta edición una nieta de González, Cándida Alegre, no descartaba que los restos encontrados, junto con la suela de un zapato, puedan ser los de su abuelo, al estar enterrados sin ataúd, "y haya aparecido un tejido, como de manta".