Aún huele a pólvora en Moraleja y en La Moheda de Gata todavía resuenan los cánticos de las coplas de Las Candelas que el domingo entonaron las jóvenes del pueblo.

San Blas conquistó un año más a los vecinos de Moraleja, que a son de charanga y disparos de fogueo, pasearon al santo que cura las gargantas en procesión por las calles. ¡Viva San Blas", gritaron cientos de mujeres, mayordomas del santo este año junto a la Concejalía de la Mujer del ayuntamiento. No faltaron los trajes regionales, el reparto de dulces, ni la presencia de los escopeteros que animaron la fiesta desde bien temprano con sus salvas de fogueo y el repique de las campanas. Como manda la tradición, hubo carrozas engalanadas, carretas, jinetes a lomos de su caballos enjaezados y un ambiente festivo que no dio un respiro en los días de fiestas en honor a San Blas. "Es una fiesta maravillosa, cada año va ganado mucho más fervor en Moraleja", explicaron algunas mujeres que acompañaron al santo en procesión.

En cercana localidad de La Moheda de Gata las jóvenes del pueblo entonaron las coplas de Las Candelas en la misa del domingo y las mujeres se encargaron de repartir dulces típicos artesanos y bebidas en esta fiesta, que trajeron hace más de medio siglo los colonos llegados a La Moheda desde la población cacereña de Mirabel. Bajo la batuta de Sara Serradilla y su madre Eufemia Pérez, las jóvenes entonaron los cantares de Las Candelas "sin errores, con mucha ilusión y con la emoción que merece el acto", afirmó Moisés Sancho, vecino del pueblo. "Las mujeres han elaborado roscas, cañas y perrunillas con los que agasajaron a las cientos de personas que se congregaron en la plaza de la iglesia una vez concluyeron los actos religiosos", añadió Sancho quien insistió en que la fiesta se prolongó por los bares del pueblo durante todo el día.

En Moraleja se organizaron bailes matinales y verbenas, se repartió ponche y kilos de dulces caseros que elaboraron las mujeres voluntarias que ostentaron este año la mayordomía de San Blas. "El aperitivo está delicioso, las roscas están muy buenas y dan fuerzas para seguir adelante", opinaron algunas socias del colectivo de la tercera edad del municipio. Nadie se olvidó de repartir los cordones bendecidos del santo mártir cristiano al que se le atribuye el milagro de curar los males de garganta. Cuenta la leyenda que Blas fue un médico que vivió en el siglo III y que curó milagrosamente a un niño al que se le había atravesado una espina de pescado en la garganta, de ahí la creencia de que protege de forma especial esta parte del cuerpo. Sin afonía alguna, los hay que todavía siguen gritando ¡Viva San Blas!.