La Caja Rural de Extremadura entregó ayer los premios Espiga a los quesos de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Ibores, en su sede de Trujillo. Todo ello en un año en el que la producción de este producto se ha visto mermada a causa de la crisis del coronavirus. Una conclusión compartida entre todos los galardonados.

Al acto, que por esta misma razón se celebró con relativa intimidad, acudieron, por supuesto, los premiados de esta segunda edición, con sus respectivas mascarillas y la distancia de seguridad pertinente, aunque con la ilusión de haber conseguido alzarse con este reconocimiento en un momento en el que el sector extremeño intenta remontar a las consecuencias económicas derivadas de la covid-19.

En esta ocasión, en la que Caja Rural volvió a poner en valor al productor extremeño, la Espiga de Oro de la DOP Ibores recayó en Ignacio Plaza Mariscal, (Aldeacentenera), la de plata en la Quesería Almonte y la de bronce en Berrocales Trujillanos.

Todos los premiados reconocieron que este año está siendo más complicado que otros, sobre todo, porque el coronavirus logró que se tuviera que suspender la tradicional Feria del Queso, una muestra que cada año reúne a miles de personas en la plaza Mayor.

De cualquier manera, esperan que poco a poco, se pueda ir recuperando el ritmo de producción que tenían antes de la crisis sanitaria y agradecen que se lleven a cabo este tipo de concursos «que sirven de motivación y aliciente en este año tan atípico».