Entre bellos parajes de jaras, brezos, romero y situada a los pies del pico del Risco del Gordo, de 821 metros, se encuentra Campillo de Deleitosa, que tal vez naciera como núcleo en el siglo XVII, igual fecha de datación de su iglesia parroquial de San Sebastián, que presenta una nave única dividida en tres tramos por arcos de medio punto sobre pilares adosados, fue construida con aparejos de mampostería y refuerzos de sillería.

Perteneciente al señorío de Deleitosa, es decir ligada a la poderosa familia de los Monroy-Almaraz, aparece atestiguado como aldea en los documentos testamentarios de Isabel de Almaraz (1413), a pesar de que Pascual Madoz, célebre ministro impulsor de la Ley de Desamortización de 1855, en su célebre Diccionario Historico-Geográfico, asegure que la población de Campillo de Deleitosa sólo cuente con 200 años de existencia, es decir que se habría fundado en la primera mitad del siglo XVII.

Lo que se ignora es si la ubicación de la localidad responde a la instalación del paso y contadero que la Mesta poseía en las inmediaciones, al deseo del señorío de reforzar el aprovechamiento agropecuario de su tierra, o está ligada a la explotación de una mina de hierro. En cualquier caso las tres se combinaron, resultando la última seguramente, su industria más rentable. Las ruinas de aquella explotación son aún visibles parcialmente, en un paraje denominado La Herrería; allí sólo queda parte de la represa y conducción de agua para el martinete de molturación del mineral, mientras el resto de las dependencias, lavaderos y hornos han sido arrastradas por sucesivas avenidas de las aguas.

RESTOS PREHISTORICOS Que el núcleo urbano de Campillo date de una época relativamente moderna, no quiere decir que su término no reúna vestigios de poblaciones anteriores pues, como se ha visto, en los alrededores y cueva de Juan Candilla o de las Ferrerías, se han documentado restos prehistóricos. Estos sin embargo, no son los únicos, pues en las colinas del Collado del Fresno, un paraje calizo, encontramos varias cuevas, algunas con desarrollo de gruta, que a nuestro juicio ofrecen una perspectiva extraordinaria para el estudio de etapas de la prehistoria antigua. Más raros y dispersos fueron los núcleos romanos, o mejor tardorromanos, reflejados en los materiales de las Huertas del Cojo, un paraje donde se hallaron varios sepulcros con ajuares cerámicos consistentes en platos y jarras, que hoy pueden admirarse en las vitrinas del Museo de Cáceres. Una de los grandes atractivos de la comarca es la caza.