No hay muchos datos sobre la fundación de esta localidad situada en la llanura arañuela, y aunque los documentos no son muchos sí permiten afirmar que en el año 1571, siglo XVI, contaba con más habitantes de los que reunían el resto de las poblaciones de la llamada Campana de la Mata, mancomunidad jurídica que reunía a localidades de la comarca.

Casatejada llegó a contar con varios edificios religiosos de calidad artística, lo que demuestra su crecimiento y su progreso económico, gracias a un tejido artesanal muy importante compuesto por bataneros, tintoreros, sombrereros; tenerías, herrerías, más de un centenar de telares y alfareros que producían más de 17.000 piezas de cerámica al año.

Una prosperidad que motivó que en el siglo XVII, siendo rey Felipe IV, comprase su exención jurisdiccional del Plasencia por la abultada cantidad de 8,5 millones de maravedies. No obstante, esta bonanza no duraría mucho, pues la crisis que atravesó en el siglo XVIII, cuando todavía no se había pagado una mínima parte de esa deuda, hizo que la localidad se vendiese a Pedro Valle de la Cerda, antes de pasar, de nuevo, a manos de Plasencia. Todo ello provoca una situación precaria que hizo que Casatejada registre cuatro veces menos vecinos que a finales del siglo XVI.

A la hora de recordar su historia también hay que señalar que a principios del XVIII, 300 de sus vecinos combatieron contra los austríacos, durante la Guerra de Sucesión, pero cuando llegaron la villa estaba abandonada y sin objetos artísticos y sacros, que habían sido sacados para evitar el saqueo y la profanación.

EL PASO DE LOS FRANCESES

Quienes sí saquearon la villa son los franceses, a comienzos del siglo XIX, que toman posesión de ella, roban en las iglesias y destruyen las tres cuartas partes de sus casas, incluida la parroquial, lo que provoca que se pierdan muchos títulos y documentos.

De su historia contemporánea quedan testimonios como el palacio de las Cabezas, de 1876, situado en uno de los escasos cerros del municipio, y construido por el marqués de Comillas con la intención de convertirlo en un pabellón de caza, al estilo de palacetes ingleses o centroeuropeos. Es neogótico y sobresale de él una esbelta torre achapitelada. Fue el escenario de las conversaciones de don Juan de Borbón y Franco sobre la sucesión y nombramiento como rey de don Juan Carlos I.

De su patrimonio destaca también la iglesia de San Pedro Ad Vincula, Monumento Histórico Artístico, de los siglos XV y XVI, además de dos ermitas: la de la Soledad y la Virgen de las Angustias, a las que se suma el rollo jurisdiccional, que recuerda su independencia de Plasencia.