Vestida de rojo pimentón, la pianista de origen jaraiceño Esther Rodríguez se encargó de poner sintonía al acto.

Abría la fiesta tocando un nocturno para piano de Frédéric Chopin en lo que no se sabe si fue un guiño a los actuales inquilinos del Monasterio de San Jerónimo, los monjes polacos de la Orden de San Pablo Primer Eremita representados allí por su prior el Padre Pablo. De compositores como el genio polaco o Giuseppe Verdi y varias canciones populares de García Lorca, el piano pasó a tocar jotas típicas extremeñas, improvisadas por varias mujeres engalanadas con trajes regionales, en lo que se convirtió en una metáfora musical del alcance, local y universal, del pimentón.

"Semos pimentonerastodas sabemos coger pimientos. Lo mejor de La Vera sí, niño, es nuestro acento.", entonaban las muchachas acicaladas con falda, media, pañuelo y mandil y, algunas, con el característico sombrero de Montehermoso.

Entretanto, los asistentes al acto, una nutrida representación de personalidades, trabajadores de la DOP y vecinos de la comarca, degustaron varios entremeses, productos de la tierra de Extremadura, condimentados con pimentón.