Aunque el hombre utilizó el chozo como vivienda desde época muy temprana, en la sierra de El Torno es en el siglo XIX cuando surge el mayor número de construcciones de este tipo, junto con las enramadas. "Efectivamente, es en esas fechas cuando Plasencia concede a nuestro pueblo determinados terrenos, denominados baldíos", para que los torniegos pudieran explotarlos, y remontar así el estado de pobreza económica que azotaba la zona, debido a la tinta del castaño, que procedente de la comarca de La Vera acabó casi con todos los árboles de este tipo que había en el Valle del Jerte, se asegura en el estudio que ha realizado la Asociación Cultural de Jóvenes de la comarca del Valle del Jerte, bajo la coordinación d, Pablo Muñoz.

Este último ha asegurado que "la situación de penuria, hace que los marqueses de Plasencia no tengan más remedio que ceder una serie de terrenos", destinados a la diversificación de cultivos, lo que por otra parte conllevó el abancalamiento de determinadas zonas, como una forma de combatir el hambre, especificó Muñoz.

En el estudio de la asociación juvenil del Jerte, que en breve verá la luz pública en forma de libro, se recogen otros aspectos relacionados con la estancia de cabreros y agricultores en la sierra, referidos a romances y coplas tradicionales, con ramificaciones gastronómicas. Sin olvidar otros factores sociológicos relacionados con la ocupación del terreno y el tipo de personas que lo habitaban, además de los movimientos migratorios que había en la zona serrana, y que hicieron aumentar de forma muy considerable la construcción de numerosos chozos de piedra, junto con otros hechos exclusivamente de materia vegetal, y los denominados mixtos, hechos a base de piedra y ramajes, además de enramadas con cubiertas de teja y bardos de materia vegetal, conservándose en la actualidad alrededor de ciento cincuenta construcciones vernáculas, en el término municipal torniego.

Por último el estudio, que ha contado con una subvención de la Junta de 6.000 euros, incluye un relato contado por el tío Daniel , uno de los últimos cabreros de El Torno que vivió en la sierra, en el que explica como era la vida en la majada.