Su nombre significa silo, lugar donde se almacena el grano, las primicias del diezmo que se recogían en un lugar denominado pósito. Así queda reflejado en la Crónica general de la Orden de Alcántara , de Torres y Tapia. De esta villa, situada en la parte occidental de la sierra de Gata y muy cercana a Portugal, se han dicho muchas cosas.

Como ejemplo, Miguel Muñoz San Pedro en Extremadura, la tierra en la que nacían los dioses , dice: "Cilleros --el Cellarium romano-- es el pueblo de los vinos de bouquet, de las típicas casas de corredores, hasta de tres pisos, y de la torre separada de su sencilla parroquia del Carmen. Tienen en las inmediaciones el poético paraje en el que se alza el santuario de una imagen de la Virgen, veneradísima en todos los contornos con la adoración de Nuestra Señora de Navelonga".

Cilleros se asienta en las lomas que llevan hacia las sierras de Gata, a camino entre las vegas del Alagón y la sierra de Santa Olalla y la del Campete. Granito y pizarra, robles y pinos, salpicados de olivares de los que obtienen un aceite de renombrada fama, junto a vides de las que nacen vinos artesanales que han roto fronteras, son la estampa de una tierra de vocación agrícola.

Sus tierras de regadío con cultivos como maíz, pimientos o tomates, y las de secano con pastizales y cercados que albergan su enorme cabaña ganadera, completan la base de su economía.

UNA LARGA HISTORIA

Cilleros muestra su larga historia a través de los restos hallados. Los primeros, de época prehistórica, descubren emplazamientos defensivos; los romanos también se fijaron en ella, mientras que los asentamientos actuales datan de la época de Alfonso IX y los territorios asociados a la Orden de Alcántara. De ese carácter defensivo y fronterizo han tomado algunas calles su nombre: la muralla, el fuerte... Precisamente, paseando por esas calles se pueden contemplar sus viejas casas de grandes sillares de granito y balcones de madera y escudos de que dan fe de viejas propiedades.

También conserva, en algunas casas, antiguas escaleras exteriores de granito de acceso a las viviendas que llaman torreones .

De sus edificios más singulares destacan la torre solitaria levantada junto al ayuntamiento y la parroquia de los Apóstoles del siglo XVI. Otro edificio, que guarda parte de leyenda, es la Casa Grande o palacio de los Bacas, situada detrás del ayuntamiento, del que las historias locales cuentan que tiene tantas puertas y ventanas como días del año y que se construyó por asuntos de amores. A dos kilómetros, se levanta la ermita de Nuestra señora de Navelonga, venerada desde hace siglos. También merece la pena ver el museo etnográfico.