11 mujeres, 9 hombres. La mayoría de 83 años en adelante. Han trabajado en el campo. Uno fue Guardia Civil, otro se fue a Holanda y se empleó en fábricas, después volvió al pueblo que lo vio nacer con la alegría propia del emigrante que al fin regresa a su tierra. Una tenía la tienda de comestibles, las otras eran amas de casa, tareas que compaginaban con la agricultura y con el cuidado de sus hijos. Una vida entera de sacrificio, de esfuerzo, una generación de zarceños que es un ejemplo de lucha. Los hay de mente muy abierta, que comprenden y comparten los cambios de la sociedad española. Siempre hablan de sus nietos, del orgullo que sienten por ellos. Ahora, el coronavirus los ha frenado en seco.

Había llegado el momento de la jubilación y decidieron ingresar en los pisos tutelados de Zarza la Mayor que se inauguraron el 26 de septiembre del 2005: primero dependían del ayuntamiento, después se privatizaron y Mireia Templado se encarga desde entonces de su gestión. Allí pasan todo el día los 20 usuarios. Llevaban una vida tranquila, compartiendo recuerdos, hasta que llegó el covid. Hace siete meses que el centro se blindó. "Pobrecitos: no se merecen vivir esto", asegura Templado con una emoción que parte el alma.

Desde ayer la incertidumbre se ha apoderado de esta bella localidad cacereña, frontera con Portugal que presume con orgullo de la instalación de la Real Compañía de Comercio y Fábricas de Extremadura en 1746 y que durante años la convirtió en capital de la seda de la región. En la mañana de este jueves se conoció el primer positivo, el de una mujer que hace unos días se fracturó el codo, la trasladaron al Hospital de Coria y al regresar y realizarle la PCR dio positivo.

Las llamadas de familiares no paran. El teléfono de Mireia ha estado activo toda la noche. Esta mañana se ha conocido que otras cuatro usuarias han dado positivo. Las pruebas practicadas a las trabajadoras y al resto de residentes han sido negativas. Afortunadamente el laboratorio fue rápido en ofrecer el diagnóstico porque se encuentra muy saturado y había pruebas pendientes desde el lunes. Sin embargo, aquí se imponía la diligencia al tratarse de un centro de mayores, especialmente vulnerable.

La situación en los pisos es la siguiente: la primera usuaria a la que se le detectó covid permanece aislada en su habitación. Las otras cuatro, puesto que compartían alcoba, siguen juntas e igualmente aisladas. Todas ellas son atendidas por la misma trabajadora, que porta sus Epis correspondientes. Lo que alivia es que las pacientes son asintomáticas, de manera que no tienen fiebre ni vómitos ni diarreas y se encuentran bien. El resto de usuarios también seguirá aislado en los dormitorios y no se ha producido, más allá de esto, ninguna alteración en la rutina diaria de los pisos tutelados.

"Ellos no lo saben, no se lo hemos dicho, hemos considerado que es la mejor decisión para que no se vengan abajo", narra Mireia. De momento, los mayores no tienen un tratamiento farmacológico. En caso de que cambie su estado de salud, lo primero que tomarán será paracetamol, tal como les ha indicado el médico esta mañana. Si empeoran, se adoptarán las directrices que marca el protocolo sanitario. Hay que ser optimista y no perder jamás la esperanza.

Tres de las personas que han dado positivo necesitan una atención constante de día y de noche, se las ayuda a vestirse, a levantarse, a acostarse, en algunos casos a comer. Es una labor que los profesionales del centro realizan con mimo y con pasión. Les mueve la vocación y eso se nota en las palabras de Mireia, que está atravesando un momento muy duro. Por eso le ayuda sobremanera la ola de solidaridad que se ha levantado en el pueblo. "Está siendo doloroso, hemos vivido esto con incertidumbre e impotencia, pero la gente se ha volcado. 'Mireia, cualquier cosa que necesites', no paran de decirme los vecinos. Así que estamos muy agradecidos".

Ayer todos los usuarios estaban asustados. "La mitad, llorando, confesaban que sentían miedo y afirmaban: 'Es nuestro fin'. Tampoco los familiares pueden venir a verlos, así que nos toca esperar", indica la directora. Ahora estarán diez días en cuarentena, momento en el que volverán a realizar a todos las PCR. Si dan negativo, ojalá así sea, esto habrá quedado en un mal sueño.

La directora apuntaba a primera hora del jueves que los pisos tutelados han estado cerrados desde que se declaró el Estado de Alarma, y que los ancianos llevan siete meses sin salir del centro como medida de precaución. Se instaló una valla en la calle, que perimetraba el edificio y a través de ella los residentes podían al menos ver a sus familiares. "Hemos puesto todo de nuestra parte pero al final de poco ha servido, porque ya tenemos este positivo", lamenta Templado. Ver a quien amas a través de una valla. No puede haber peor penitencia

En los grupos de redes sociales se ha iniciado desde ayer un movimiento de solidaridad tras difundirse una imagen de la patrona con el siguiente texto: "Madre de todas las madres, te voy a dar las gracias por escuchar mis súplicas. Te pido por los pisos tutelados, por las personas que han dado positivo, por sus familias que sé que lo están pasando mal, y por el pueblo de Zarza la Mayor en general. Sé que con tu ayuda, de esta vamos a salir. Viva la Virgen de Sequeros".

Y es que la fragilidad de las personas mayores condiciona su pobre respuesta inmunitaria, y la disminución de la reserva funcional, que conlleva una reducción en la capacidad intrínseca y la resiliencia. Además de los problemas de salud que ocasiona la enfermedad y los miedos que esto suscita, las relaciones interpersonales han cambiado drásticamente para ellos desde el confinamiento. La salud psicológica y emocional de muchos se está viendo seriamente afectada. De manera que Zarza sigue luchando en defensa de sus 20 héroes confinados, sus mayores, su lección de vida.