La localidad aparece emplazada a una altura media de 447 metros sobre el nivel del mar y su término cuenta con un relieve peniaplanado en el que tan sólo sobresalen algunas elevaciones como la sierra de Pedro Gómez. El clima, como el de toda la comarca, es muy mediterráneo.

El número de habitantes del municipio presenta una evolución muy irregular entre 1900 y 1960, etapa en la que logró incrementarse a un ritmo medio del 0,65% anual. A partir de la última fecha y hasta 1986 la población ha descendido de forma ininterrumpida. El impacto demográfico provocado por la emigración es apreciable en una caída de la tasa de natalidad y el mantenimiento de una alta tasa de mortalidad, circunstancias ambas que han provocado la existencia de un crecimiento natural negativo desde 1965 y de un elevado índice de envejecimiento demográfico.

De la actividad económica hay que decir que la distribución sectorial de la población activa muestra una excesiva dimensión del sector agrario y, en contrapartida, el escaso desarrollo de las restantes actividades, construcción y servicios. En el sector agrario la actividad dominante es la ganadería. La superficie pastable ocupa el 93%, mientras las tierras labradas están dedicadas a cultivos herbáceos.

La estructura de la empresa agraria muestra un predominio de la pequeña explotación. Conquista de la Sierra se llamó la Zarza hasta que en el 1629 cambió su nombre por los vínculos con los Pizarro al nacer el marquesado de la Conquista. Tuvo la localidad un palacio perteneciente a dicha familia obra del siglo XVI, que en la actualidad se encuentra en un estado ruinoso, conservándose solo un torreón.

EL ARTE La iglesia, dedicada a San Lorenzo, es obra del XVI, de sillarejo y refuerzos de sillería, ha tenido importantes reformas. Es de nave central cubierta con bóveda de cañón con lunetos y otra nave menor a la izquierda.

En el presbiterio hay una magnífica talla de Nuestra Señora con el Niño, del año 1613, obra del escultor alcantarino Sebastián de Paz. Venir a la comarca de Montánchez es disfrutar de un conjunto de paisajes difíciles de igualar: al norte, las dehesas de encinas donde convive el hombre en perfecta armonía con la naturaleza; al este, grandes llanuras de secano de cereal, refugio de múltiples especies de fauna, en verano avutardas y en invierno grullas, así como rapaces durante todo el año.

Al sur, las sierras de Garciaz y Almoharín, los riberos del río Almonte, las fértiles vegas de regadío, campos de arroz, de girasol y tomates de fama nacional se reparten por el territorio.