Como cada mañana Mari Paz Dorado y Paqui Piñas se colocan el casco y las botas, cogen sus linternas y bajan a la mina, donde trabajan. Sin embargo, no son mineras, aunque se conocen los entresijos del oficio y la estructura como si lo fueran. Ambas trabajan en la Mina Costanaza de Logrosán, como directora y guía, respectivamente, aunque su labor es más bien transmitir a los que visitan el lugar cómo funcionaba antaño esta mina a través de un recorrido por sus galerías y las salas y museos anexos en las se profundiza mucho más sobre la geología, los minerales y el entorno.

Para ellas es un trabajo muy gratificante ya que son muchos los que han pasado por estas instalaciones dedicadas a la extracción de fosfato desde que fuera musealizada y abierta al público en agosto de 2012. Sólo el pasado año 5.815 personas disfrutaron de la visita, de las cuales casi 4.000 fueron turistas. El resto correspondió a visitas de escolares (1.749) y a excursiones de mayores (84). Respecto a su procedencia, resulta curioso que la mayoría sean de Madrid, seguidos de extremeños y andaluces. Cabe destacar que un 2% de los visitantes del año pasado fueron extranjeros, principalmente de Francia, Dinamarca, Holanda, Reino Unido y Alemania.

Y es que el interés que despierta esta mina, cuya explotación llega hasta los 210 metros de profundidad y que dejó su actividad en el año 1946, es mucho. Las casi dos horas de recorrido son no sólo bajo tierra por los dos primeros niveles de galerías. Además, es posible visitar el laboratorio y el museo geológico y minero. Un recorrido muy completo, como señala Mari Paz, en el que "entramos como los mineros y salimos como el mineral, montados en una vagoneta por la vía". Todo un viaje en el tiempo camino del centro de la tierra que no deja indiferente.