El sol, con sus rayos luminosos, termina de clavar las últimas agujas de la tarde, entre los desnudos robles que hay al otro lado de la carretera que sube al Real Monasterio de Yuste. Un mirlo canta, subido en un romero, esperando que la última lombriz del día aparezca sobre la húmeda superficie del Cementerio Militar Alemán que hay ubicado entre el Casco urbano de Cuacos y el cenobio donde pasó los últimos días de su vida el Emperador Carlos V.

El silencio es total, roto de vez en cuando por los pocos coches que a esa hora circulan junto al sitio, donde reposan los restos mortales de ciento ochenta soldados, marinos y aviadores, fallecidos en las dos guerras mundiales. Veintiséis murieron en la primera y ciento cincuenta y cuatro, en la segunda contienda.

La noche se aproxima, mientras al pensamiento llegan ideas e imágenes ingrávidas de guerras inútiles, que matan a personas inocentes. De pronto surge el recuerdo de la Leyenda del Lapa, que narran en el libro titulado El Cementerio Militar Alemán de Cuacos de Yuste (Cáceres) , José Carlos Violat; Agustín Ruzafa y Francisco Javier Verdú.

Estos autores aseveran que si buscamos juntas en Internet las palabras Lapa y Cabrera , aparecerán varios apuntes que hacen referencia a Johannes Böckler, un piloto alemán que falleció en abril de 1944, al caer su avión cerca de la isla de Cabrera, ubicada en el archipiélago balear. El cadáver fue rescatado por unos pescadores que lo trasladaron a tierra firme, siendo enterrado en el cementerio de la citada isla.

Violat, Ruzafa y Verdú, recogen en su libro una leyenda, que según dicen circula por Baleares, en la que se cuenta que en 1982, los restos del malogrado piloto fueron desenterrados para ser exhumados en el cementerio militar de Cuacos de Yuste. Sin embargo los encargados de realizar las labores de traslado se habrían equivocado de tumba, rescatando los huesos de un pastor (otros dicen que de un marino), dejando allí los de El Lapa , cuyo espíritu aún vagaría por la pequeña y reseca isla de Cabrera.

Sobre este tema el periodista Juan Cruz firmó, el día 5 de agosto de 2007, en la edición digital de El País, un reportaje sobre la visita que realizó a la isla de Cabrera, en el que escribe: "Curiosa es también la leyenda que pesa sobre otro alemán enterrado en Cuacos, el aviador Johannes Böckler, fallecido en abril de 1944 al caer su avión cerca de la isla de Cabrera, donde le dieron sepultura". En la isla balear "siempre que pasa algo fuera de lo normal se atribuye el suceso al Lapa ", apodo que los españoles le han dado a Böckler. "Además, se comenta -aunque se ha confirmado que no es verdad- que al recuperar los restos del aviador para trasladarlos a Cuacos, se equivocaron y llevaron los de otra persona, habitando el 'espíritu' del alemán aún en la isla de Cabrera", escribe Cruz.

El periodista del País asegura también que era inevitable visitar la isla de Cabrera, "y que no te hablaran del Lapa". Añade que el piloto alemán que desapareció con su avión, un Dornier, en 1944, en plena guerra mundial, era Johannes Böckler. Recuperaron su cuerpo, y lo enterraron en el cementerio de Cabrera... Ahora está sepultado cerca de Yuste. "Pero al parecer se equivocaron de cuerpo, y desde entonces el fantasma del Lapa vaga por la isla. Todo lo que se sale de lo normal en Cabrera se le atribuye al Lapa ".

Sin embargo en julio de 2010, José Carlos Violat, asegura que tuvo "el gran honor", de entrevistarse en Palma de Mallorca con Gabriele Proppelreuter, empleada de la embajada alemana en los 80, "y artífice del traslado de los restos de los militares alemanes al cementerio de Cuacos de Yuste". En ese encuentro hablaron de la Leyenda del Lapa, asegurando Proppelreuter, que "no existió posibilidad alguna de error en la identificación de los restos del aviador", Johannes Böckler.

La noche llega, todo lo oscurece deprisa como si quisiera ocultar algo, antes de que nos demos cuenta, mientras en un olivo próximo interpreta su triste melodía un búho, ajeno a espíritus y guerras.