Cincuenta años después de que el Ministerio de Obras Públicas decretase la expropiación de todo el término municipal de Granadilla, al preverse su inundación futura por la creación del embalse de Gabriel y Galán en 1955, la Asociación de Hijos de Granadilla ha reivindicado un acceso libre y que cualquier extremeño que haya nacido allí pueda visitar siempre que quiera su localidad natal.

--¿Qué pide el colectivo de hijos de Granadilla?

--Estamos reivindicando que Granadilla vuelva a tomar vida y quién mejor para hacerlo que sus hijos. Pedimos un acceso libre a cualquier hora del día. Que cuando un hijo de Granadilla se acerque a la puerta, enseñe su carnet de identidad y le abran las puertas, porque es muy doloroso. Tuvimos que abandonar nuestro pueblo y queremos tener un contacto porque allí están nuestras señas de identidad.

--¿Cómo está la situación administrativa de la localidad, de quién depende?

--Eso es una incógnita. Ni los mismos políticos extremeños lo saben. Granadilla está regida por tres ministerios y unos por otros, la casa por barrer. Está adscrita a Medio Ambiente, Educación y Fomento. Son tantos que todos quieren gobernar allí. Está en Extremadura, pero resulta que no corresponde a Extremadura. Nadie tiene responsabilidades y nadie quiere tomar cartas en el asunto. Vamos a tener que seguir con las pautas normales de llamar a las puertas con sentido común. Eso estoy pidiendo yo a las políticos extremeños: sentido común, para que Granadilla esté libre. Que en el siglo XXI vayas a un pueblo, que tiene su encanto en ese recinto amurallado, que se tenga un acceso libre, porque se está perdiendo mucho turismo para la zona.

--¿Qué hará el asociación que usted preside para que escuchen sus peticiones?

--Estoy cansado. A mí me gusta ir bien por la vida, con rectitud y lo primero que hice fue escribir a la Casa Real y al presidente del Gobierno. Todos me contestaron, por supuesto, pero nadie me da una solución al problema de Granadilla. Lo estoy pidiendo a voces. Los hijos de Granadilla queremos retornar a nuestro pueblo, que no tengamos que estar por ahí.