TDton Juan Blanco Redondo ejerció en el pueblo 46 años como maestro. Se jubiló en 1947. Su memoria permanece lozana y fresca en vecinos ya entrados en edad. Marcó época y dejó infinidad de anécdotas e historias. Vito Jiménez Cabezalí, el que se ponía muy "gallarucu" (flamenco) cuando el vino le corría por las venas y al que llamaban Ti Vito "Linero", me relató que solo fue cuatro días a la escuela y no aprendió a juntar un par de letras. En cierta ocasión, se le escapó un "ansina", arcaísmo muy corriente en el habla coloquial de hace unos años. Don Juan le respondió en plan de guasa: "-Ansina decía la madre de la mi borriquina". Y Ti Vito le dijo: "-¡Si usté no tieni ni burrancu ni burranquina!". Entonces, don Juan le espetó: -"¡Eres un antisistema! ¡Un antisistema de padre y muy señor mío!"

No sabemos el concepto que tendría don Juan de esa palabra que tan en boca está actualmente de los sujetos correctamente políticos. Pero seguro que a éstos no les haría gracia hoy aquel don Juan que acostumbraba a decir "nos mean los de arriba y encima nos dicen que está lloviendo". La sectaria ortodoxia de los popes de la política, fundamentalmente de ese rancio pastel que tiene como ingredientes a banqueros, grandes empresarios, neoliberales, conservadores, el sector cavernícola de la Iglesia y otras derechas y grupos mediáticos prehistóricos señalan, con sus índices inquisitoriales, como antisistema a todos aquellos que no les bailan el agua. Ya lo afirmaba el educador Max Stirner: "-El Estado llama ley a su propia violencia y crimen a la del individuo". Y es que muchas veces la violencia institucional, aunque no deje moratones ni sangre, mata más que la física. El pueblo debería aupar a todos aquellos que se oponen a toda forma de opresión (social, política, religiosa, económica, educativa, judicial...) y a toda estructura de poder sobre la conciencia.

XY DEBERIAx saber que los verdaderos antisistema son los que envilecen la democracia echando mano de guillotinas que cercenan las conquistas sociales, los que en privado hacen acopio de lo público y los que con una mano -que diría el periodista Pedro Simón- juran la Constitución y con la otra le hacen un tacto rectal. O los que llevan la banderita de España en sus pulseras y luego se llevan los dineros a los paraísos fiscales.

Cierto es que muchos no somos antisistema, sino que el sistema es antinosotros. Cuentan que don Juan también acostumbraba a decir: "-No falta el dinero; sobran ladrones" y aquello de "cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean".

Pero por desgracia los ladrones campan a sus anchas, y los de abajo, como era el caso de Vito "Linero", siguen anestesiados y solo esperan un milagro. ¡Pobres e infelices!, porque, tal y como reflexionaba el escritor e intelectual Thomas Paine, "las personas felices no creen en los milagros", y el refranero expone que "quien milagros busca, con el diablo se encuentra". Menos cobardía, menos milagros y más barricadas levantadas con los adoquines de la antiviolencia. Todo lo que sea, pero que el "¡Vivan las caenas!" no vuelva a salir de las gargantas del pueblo.