Como corresponde a una antigua comunidad pastoril, los hurdanos siempre han mantenido gran devoción por San Antonio de Padua. El imaginario popular de la zona lo representa como un personaje vestido de blanco, que suele llevar un garrote y un perro del mismo color a su vera. Muchas veces se le asocia con la noche, velando por los caminantes que atraviesan los caminos de la sierra, interponiendo su garrote si el viajero pierde la senda, se acerca a algún barranco o garganta o merodeen lobos en su alrededor. Posiblemente, a través de un proceso sincretizador, San Antonio ocupó el lugar que antiguamente correspondió a una deidad protectora de pastores y caminantes, no exenta de poderes genésicos y fertilizantes.

Si antes se festejaba en numerosos pueblos de la comarca hurdana, ahora es en las alquerías de Aceitunilla y Las Erías donde se mantiene fundamentalmente la tradición y se erige su efemérides en fiesta patronal. Los "galicianos", que así llaman cariñosamente a los vecinos de Aceitunilla, han vuelto este año a tirar la casa por la ventana con motivo de la conmemoración de su patrón. Numerosos hijos del pueblo, desparramados por la emigración, se dieron cita en la aldea. También llegaron vecinos y compadres de pueblos aledaños, pues el sentido de la antigua hospitalidad y de la fiesta compartida con los allegados aún se mantiene vivo por las alquerías de las serranías hurdanas.

No faltó la misa solemne, atípica, entretenida y rabiosamente popular, a cargo del cura Raúl Hernández Pérez, párroco de Nuñomoral. Luego, la procesión por las empinadas y retorcidas calles y bajo los sones del tamboril y la gaita. Llegada la hora del yantar y del buen beber, el personal se arrimó a las mesas colocadas en el "volveeru", donde se acumulaban, gracias a la aportación vecinal, variopintos aperitivos y diferentes bebidas. Y entre bocado y bocado, trago y trago, se trenzaban los pies al son del "picau jurdanu" o de las jotas comarcales.

Mucho sabor festivo, a lo antiguo, por las casas y por las calles, que se remataba con las consabidas verbenas. Y no es para menos, que los "galicianos" tienen fama en todas Las Hurdes de ser gente aguerrida, buenos danzarines y divertidos hasta la extenuación.