El último encierro de San Buenaventura en Moraleja celebrado ayer se desarrolló como se preveía: con peligro y tensión. Los novillos patablanca de la ganadería Monteviejo, propiedad de Victorino Martín, crearon tensión durante tres cuartos de hora en las calles de la localidad.

El festejo se prolongó 45 minutos ya que dos de los cuatro novillos no salieron a recorrer las calles y se quedaron en los corrales. De hecho fue necesario realizar un desencierro con los cabestros para recoger al resto de la manada aunque finalmente sólo se consiguió guiar a tres novillos y el cuarto se trasladó en un camión. La carrera comenzó con velocidad y los cuatro mansos encabezaron la manada aunque tan sólo unos metros después de iniciarse, los dos primeros novillos se descolgaron en las inmediaciones de la plaza de Abastos. Los dos astados se quedaron completamente solos y cada uno por su cuenta arremetió contra vallas y talanqueras aunque finalmente no hubo que lamentar ningún percance. Aunque los patablanca se pararon en la plaza de Colón finalmente entraron en la plaza. La organización decidió enviar de nuevo los cabestros a los corrales pero sólo pudieron guiar a un tercer novillo, que también arremetió en el trayecto, y el cuarto que se negó a salir fue en camión.