Este pueblo se encuentra situado en la falda de la sierra de Tormantos, es Conjunto Histórico Artístico con un casco urbano enclavado en un paraje olorista y armónico, donde los tonos rojos, verdes y azules enseñorean el entorno. Dicen que en estas tierras vivió La Serrana de la Vera. Su primitivo nombre fue Ad fauces , que significa entre gargantas. Es una de las poblaciones más antiguas de La Vera, sobre la que se conservan referencias documentales y huellas arqueológicas.

Lo antes expuesto puede observarse en el puente de La Pivilla, de bases romanas o en los restos de una antigua calzada romana. Por debajo de la garganta Mayor y en sus cercanías existió un antiguo poblado llamado Las Carnaceas, donde vivieron antiguos pobladores del pueblo celtibérico y romano de Cáparra, al quedar éste despoblado cuando corría el año 1189.

Su origen se pierde en el tiempo, aunque debió ser aguadero por la existencia de castros vettones, como los restos hallados en el cerro del Torrique. También están los restos de la ermita de San Salvador y la de San Martín.

Su riqueza histórico-artística es hoy su arquitectura popular que se puede contemplar sobre todo al pasear por sus estrechas calles, por sus casas cargadas de historia y por la atmósfera medieval que se respira en las plazuelas y calles empedradas.

LA CASA AZUL

Entre las sorpresas que ofrece está la denominada Casa de las Muñecas, una antigua vivienda de lenocinio conocida como la casa azul, que se construyó en época de Carlos V para sus tropas. La estampación de la muñeca, el color añíl de la fachada, la hermosa balaustrada expositiva y el mirador, ya desaparecido, sobre el dintel de la puerta de entrada, son indicadores fehacientes de tal función pública.

Otra sorpresa es la Casa Exposición de la Inquisición, una especie de museo etnográfico que alberga utensilios y enseres de la vida cotidiana de la localidad: una cocina tradicional verata, con los enseres típicos de matanza, y todos los instrumentos del horror inquisidor: el calabozo, el balcón donde les colgaban y un sinfín de instrumentos de tortura.

Pero sorprende también la iglesia de San Lorenzo, situada en la parte más alta del pueblo que muestra orgullosa su airosa torre del siglo XVI, y destacan su retablo mayor y su órgano barrocos. Pero hay más: la ermita del Cristo del Humilladero, la casa de Postas, la casa de la Peña, la calle del Chorrillo, la plaza Mayor, el barrio de la Huerta o el puente de piedra sobre la garganta, y todavía se conserva el hospital para pobres y mendigos, concebido, principalmente, para forasteros que enfermaban en la localidad.