Situado en las vertientes meridionales de la Sierra de Candelario presenta interesantes testimonios de arquitectura popular en la que se mezclan la piedra de granito y la madera de castaño en entramados armoniosos. Es un típico pueblo de montaña, cuyo término municipal se sitúa a más de mil metros de altitud, uno de los núcleos de población más elevados de la provincia de Cáceres. Su caserío se extiende en uno de los vértices de la sierra salmantina de Candelario, cerca del límite de ambas provincias.

Dentro del casco urbano hay excelentes testimonios de arquitectura popular, en la que los paramentos entramados y las solanas con vigas de madera se combinan con un amplio uso del granito, muy abundante en la zona y con el que se realizan algunas partes de las casas como las esquinas, dinteles y el recerco de los vanos, además de las pilastras de sus bellos soportales.

IGLESIA DE LA ASUNCION

Entre su caserío destaca la fábrica de la iglesia parroquial de la Asunción, una construcción de mampostería con refuerzos de cantería granítica realizada durante los siglos XVII y XVIII, aunque conserva vestigios del XVI. Originalmente constaba de una sola nave de cuatro tramos, uno de ellos aprovechado como vivienda, cubiertos mediante bóveda de cañón con lunetos. El presbítero y el crucero que le precede, poseen una extraña configuración curva, rematados mediante una bóveda de cuarto de esfera. Dentro del templo está, a los pies, un coro elevado mediante tres arcos, rebajado el central y de medio punto los laterales, sobre pilares.

La Garganta tiene el reto de compatibilizar el desarrollo de su urbanismo, muy pujante en la actualidad, con la conservación de su singular arquitectura popular. El potencial turístico que ofrecen la belleza de sus parajes, la gastronomía, el folklore y su suave clima veraniego, convierten a La Garganta en un destino cada vez más solicitado.

Es un pueblo marcadamente ganadero, uno de los últimos lugares en los que se continúa practicando la trashumancia al modo tradicional, es decir, bajando las reses, casi siempre vacas, a las dehesas de la provincia en los meses de invierno y pasando el verano en los frescos pastos de estas sierras del Valle del Ambroz y las sierras de Avila. Por ello La Garganta conserva el encanto de los pueblos serranos. Su gente ha sabido adaptarse a una economía de supervivencia, en un delicado equilibrio entre conservación de la naturaleza y explotación.

Su paisaje de alta montaña con abundantes nevadas en invierno es tierra de jabalís, zorros, tejones y buitres, además de apreciadas especies de setas.