Vicente y Juan Antonio:

Solo pretendemos con estas líneas recordaros a vosotros, como director del colegio público y como alcalde, algunos hechos recientes de la historia de Losar de la Vera que seguro conocéis pero que, a juzgar por vuestro comportamiento, parece que habéis olvidado.

Hace más de 60 años llegó al pueblo un nuevo maestro. Tenía menos de 30 años y el gobierno ilegítimo de la época le había castigado con la pérdida de su escuela en Madrid y el destierro a lo que entonces eran poco más o menos que los confines del mundo civilizado. Y tuvo suerte: otros por el mismo delito --respeto a la legalidad democrática-- acabaron con un tiro en alguna cuneta desconocida.

Discípulo de Machado y de Besteiro (imaginamos que os suenan estos nombres) se esforzó por inculcar en sus alumnos un mínimo de comportamiento ético y un sentido cívico de la existencia en común, mucho antes de que otro gobierno, éste sí legítimo y democrático, instituyera Educación para la Ciudadanía en contra de la voluntad de los herederos de aquellos bárbaros que habían estado a punto de devolver a este desdichado país a las catacumbas de la historia. Fueron 3 generaciones de losareños los que pasaron por la escuela de don Mariano durante los 40 años que dedicó a la enseñanza en este rincón que tanto amaba. Tanto, que cualquiera que le oyera hablar pensaría que él también era extremeño: nos contó que no había podido pasar de las primeras líneas de Ardor Guerrero porque le parecía que Muñoz Molina se burlaba de su Cáceres querido.

Hablando de libros: durante muchos años nuestro padre protegió bajo llave lo que quedaba de la vieja biblioteca escolar de las Misiones Pedagógicas de la República, la de Lorca . Gracias a ella, una buena parte de sus alumnos conocieron a Juan Ramón, a los hermanos Machado, a León Felipe , a Clarín , y también a Dickens , a Kipling , a Rabindranath Tagore y a la mayoría de los clásicos griegos. Por cierto, ¿qué habéis hecho con esos libros?

Mariano Herrero Casado murió el día 4 de noviembre en la residencia Servimayor del pueblo donde no había nacido, pero que no quiso abandonar nunca y donde pidió que enterráramos sus cenizas. Durante los días que transcurrieron desde su fallecimiento hasta la colocación de la urna en un nicho del cementerio de Losar, su familia esperó en vano algún gesto de agradecimiento o de cariño por vuestra parte, como autoridades escolar y municipal, hacia la persona que había dado tanto por el pueblo. Ese gesto no llegó; tal vez estabais demasiado ocupados preparando un viaje a Cuba o alguna capea para las Fiestas del Cristo.

Como decía su poeta favorito: "Esa España inferior que ora y bosteza,/ vieja y tahúr, zarrapastrosa y triste, / esa España inferior que ora y embiste/ cuando se digna usar de la cabeza".

Vuestra España, sin duda. Definitivamente no la suya.

*Este texto lo firman los hijos Mariano, Francisco y José M. Herrero Iglesias.