Conocido con el sobrenombre de el pueblo de las cigüeñas, El Gordo se fundó con gente procedente de la Puebla de Enaciados, que abandonaron su territorio debido a la improductividad de la tierra. El nombre le viene a la localidad por aplicación del apellido Gordo, de origen abulense.

Sus habitantes, en una gran proporción eran descendientes de mozárabes (la gente más antigua y numerosa), moriscos, serranos, castellanos, torenses y gallegos, es decir, un típico producto de la repoblación leonesa. El territorio perteneció al conde de Miranda y sus vecinos tenían como principal ocupación la arriería y el comercio.

De su urbanismo, destacar que de la plaza empedrada parte una red de callejuelas excavadas a veces en la roca Berroqueña, siendo la más interesante la que llaman calle real, pues en ella tienen su asiento las mejores casas de los que fueron en tiempos vasallos e hidalgos del castillo. Muchas de sus fachadas poseen arcos labrados de cantería decorados con perlones abulenses, arcos carpaneles, ventanales germinados, esgrafiados y escudos, de los que algunos relatan en azulejos la pertenencia del término a Castilla y León, sobre un damero rodeado de alicatados geométricos.

Todavía muchas de estas casas conservan la distribución original, con patios interiores, zaguanes, grandes chimeneas, cuadras, bodegas y corrales, configurando entre todas uno de los más originales conjuntos de finales de la Edad media y principios de la Moderna.

PINTURAS RUPESTRES

Su término diseminado entre Berrocal y la llanura alberga numerosos yacimientos arqueológicos. Al Neolítico y Calcolítico corresponden también los indicios materiales de las cuevas que pueblan el ribero del Tajo; de las cinco que conocemos, la más importante es la de las Palomas, llamada así porque las pinturas rupestres fijadas a sus paredes se asemejan a este tipo de aves. Desgraciadamente fue anegada por el pantano de valdecañas antes de ser estudiadas adecuadamente.

De su patrimonio destaca la iglesia de San Salvador, en la que se distinguen dos bloques constructivos cuya elevación atiende a dos momentos económicos estéticos distintos. Sufragada su edificación por el obispo Gutiérrez Vargas, se levanta su parte más antigua a mediados del siglo XVI atendiendo a criterios renacentistas, mientras que el resto de la obra debe corresponder ya a principios del XVII.

Como ya consta al inicio de este texto, las cigüeñas blancas, las aves más representativas de Extremadura, pueblan el paisaje de El Gordo, lo que constituye un atractivo añadido para este municipio del Campo Arañuelo.