Eran las 9.30 horas y David Picón comenzó a escuchar gritos de auxilio. Entonces echó a correr hacia el lugar de donde llegaban las voces y se dio cuenta de que una vivienda con varias personas en su interior estaba ardiendo. Así es que no se lo pensó dos veces y se lanzó intentar sacar de aquel infierno a quienes habían quedado atrapados, arriesgando también su vida. Este ángel de la guarda es un agente de la Guardia Civil destinado en el puesto de Guadalupe desde hace ocho años, que hoy piensa detenidamente en lo ocurrido «y me doy cuenta de que podía haber muerto allí dentro si me llega a dar un mareo porque el humo era asfixiante», asegura. Sin embargo, cree que lo habría hecho «una y mil veces aunque hubiese ido de paisano». Y es que gracias a él, un matrimonio y sus dos sobrinos de 9 y 3 años han sobrevivido al incendio. Los hechos ocurrieron cuando, por un descuido, un cojín cayó sobre el brasero eléctrico que había en el salón, prendiendo inmediatamente. Aunque los ocupantes de la casa trataron de sofocar las llamas, pronto se extendieron al sofá y a las cortinas, y el humo empezó a propagarse por toda la casa. Cuando trataron de salir se dieron cuenta de que la puerta estaba cerrada con llave y no la llevaban consigo. Fue entonces cuando empezaron a pedir ayuda. Con el mismo problema se encontró David cuando llegó a la vivienda, ubicada próxima al cuartel, aunque su primer impulso fue tratar de romper los cristales para abrir la puerta y sacar a los ocupantes. Una vez a salvo, y tras asegurarse de que no quedaban otras personas en el interior, este guardia civil quiso intentar subir a apagar el fuego mientras llegaban los bomberos. «No se me volverá a ocurrir porque me quedé sin respiración por el humo» del que no se percató esta tenerlo encima ya venía deslumbrado del exterior, cuenta. Por suerte, solo ha habido que lamentar daños materiales en parte de la vivienda y todos los ocupantes han salido ilesos. Tras once años de servicio, David Picón confiesa haber vivido situaciones «muy complicadas y a veces desagradables de esas que se te quedan grabadas», aunque por suerte esta, ha tenido un final del que puede acordarse orgulloso.