Un pueblo que honra a sus vecinos es un pueblo noble. Tejeda de Tiétar y su Alcaldesa, Lola Paniagua Timón, al frente, representando a toda la corporación, honraron la memoria a un hombre sencillo, Kari, pero grande moralmente.

Entresacamos aquí las palabras que pronunció José Antonio Paniagua, además de otros vecinos, niños y mayores que mostraron su emoción por pérdida tan señalada en el pueblo: Me han pedido que diga unas palabras en este reconocimiento a Kari, y la verdad no sé si soy la persona más adecuada para abrir este acto, porque soy de los que piensa que los reconocimientos se deben realizar en vida. Pero como todos sabéis, este año la convivencia de los barrios se va a celebrar aquí, en el Royo, y precisamente, le teníamos preparado a Kari un homenaje sorpresa, para ese día poder demostrarle el cariño y aprecio que le tenía todo un pueblo, y toda la gente que le conocía. Pero por desgracia no ha podido ser.

Si cerráramos los ojos y pensáramos en Kari, estoy seguro de que la mayoría lo habéis recordado en su silla: un hombretón, despachando periódicos, golosinas, rodeado de niños- pero seguramente ninguno de los que estáis aquí le habéis imaginado corriendo, saltando, nadando, bailando, montado en bici-, y nadie lo ha imaginado siendo niño. Porque Kari también fue niño, un niño que se perdió todo eso.

Por mi parte, y seguramente a todos los que estuvimos en escuela y compartimos pupitre con él, no podíamos por menos que cuando mirábamos a Kari, ver a ese niño. Un niño que, un fatídico día, un fatídico balín, le destrozo todos sus sueños.

Seguramente si lo que le sucedió a Kari nos hubiera pasado a algunos de nosotros, la mayoría nos hubiéramos hundido. Quizá nos hubiéramos encerrado sin querer ver a nadie, maldiciendo ese momento, pero Kari estaba hecho de otra pasta: sacó su fuerza, su personalidad y, a pesar de todo esto, no fallaba en su kiosko, por la mañana, por la tarde, si hacía calor, frío o llovía. Ahí estaba Kari, al pie del cañón.

Sin embargo, Kari no era triste. Kari nos contagiaba su alegría, su fortaleza, sus ganas de vivir, era un verdadero ejemplo de superación. A lo largo de mi vida me he encontrado gente lamentándose de su mala suerte porque se dislocaron una muñeca o se partieron un tobillo, y yo, sin poder evitarlo me acordaba de Kari, y pensaba si estas personas que se quejan por un dolor de cabeza hubieran tenido la suerte de conocer a Kari, estoy convencido que jamás volverían a quejarse y jamás volverían a ser la mismas personas.

Kari siempre ha estado en mis pensamientos, pero estos últimos años he vivido con él y su familia momentos duros. Le he acompañado a visitar los médicos, y me he quedado asombrado de cómo tenía todo controlado, los especialistas de su madre y de su padre, y siempre le veía más preocupado por los achaques de sus padres, y quitando importancia a los suyos. Así que ese era Kari, un ejemplo para todos nosotros. Un tejedano con mayúsculas de quien todos los que tuvimos la suerte de conocerlo nos sentimos orgullosos. Alguien que merece ser recordado. Un gran hombre. Un hijo excepcional. Una persona maravillosa. Gracias Kari. Un millón de gracias de parte de todos los que te queremos.